Por las mañanas le costaba levantarse, de hecho había habituado al despertador a que sonara en tres ocasiones seguidas con intervalos de cinco minutos cada uno.El deporte era esencial en su vida, el médico se lo había aconsejado y no faltaba en su cabeza la necesidad de hacerlo. Lo que ocurría es que nunca tenía tiempo para ello. A nivel laboral iba dejando de un día para otro tareas que consideraba importantes porque cada día aparecía algo urgente que resolver y que le quitaba el tiempo para otras cosas que eran urgentes e importantes, pues de no hacerlas se acumularían en el tiempo y acabarían sien simplemente urgentes. Su vida era un caos.
Cierto día todo se le vino abajo. El despertador no tenía la fuerza de hacerlo levantar. La salud se resintió al punto de poner seriamente en peligro su vida. El trabajo comenzó a llevarle a la ruina. Todo parecía haber tocado fondo. Aparentemente nada había fallado pues ponía el despertador para que lo despertara por tres veces, en su mente tenía la necesidad del deporte y a nivel laboral era un auténtico apaga fuegos. ¿Qué pasaba entonces?
Cuando necesitas que un despertador suene tres veces y hacer pasar de la mente a la acción el comenzar a hacer deporte, cuando no sabes priorizar y decir no a ciertas cosas es que no hemos entendido lo que es "la actitud".
La actitud es lo que hace que lleves la pasión y la responsabilidad dentro sin necesidad de que tiren de ti para, por ejemplo, levantarte a la primera. La actitud es saber poner una necesidad vital en tu agenda diaria y empezar a dar los pasos, no que tienes que dar, sino que quieres dar en la vida para acometer una serie de objetivos. La actitud es saber priorizar una serie de cosas y saber postergar otras que no son tan importantes y que interfieren en tu proyecto de vida o de trabajo.
Hay una cosa importante hoy en día: nos dejamos llevar por las emociones. Estas son importantes, pero las emociones están al servicio nuestro y no nosotros al servicio de las emociones. Somos nosotros los que nos marcamos metas y objetivos y nos aprovechamos de las emociones para alcanzarlos pero, ¿qué pasa cuando las emociones y sentimientos nos separan de lo que realmente queremos? ¿Le damos el mando a ellas de nuestra vida? ¿Aparcamos nuestras metas y objetivos porque nuestras emociones pueden sobre nosotros?
Es el poder de la actitud el que puedes llevarnos hacia nuestro propio éxito en la vida, pero para que haya actitud siempre tiene que haber un motivo, algo que nos llene y haga sentirnos útiles y nosotros mismos. Tal vez encontrar el motivo, es decir, la motivación, es lo más importante para tener esa actitud.