18/5/15

Ir a la esencia.


Me gusta el Papa Francisco por su capacidad de comunicación y por no darle vuelta a las cosas importantes que hace que volvamos a las raíces de lo que es importante: la experiencia de Dios como tal en la vida personal de cada uno.

Me llega la frase al mismo tiempo que participio de fiestas de comuniones, fiestas patronales y otro tipo de celebraciones que, en el fondo, van muy alejada de ese espíritu de libertad y de experiencia personal que pretende Jesucristo de cada ser humano.

Lo que dice Francisco no es nada nuevo, es lo que Jesucristo ya le había comentado a la samritana en el pozo de Siquém cuando fue en busca de agua: "Llegará el día en que adorarán a Dios en Espíritu y Verdad", no en templos sino en el verdadero templo que es cada persona humana.

Los ritos tienen sentido cuando hacen que celebremos la esencia de las cosas. Oía, por ejemplo, al fina de una primeras comuniones, al párroco invitar a los niños que hacían la comunión a participar la semana que viene en la procesión del Corpus. No tengo nada contra las procesiones, pero veo pocas invitaciones a participar en experiencias solidarias con gente que lo pasa mal, con enfermos, ancianos y un largo número de personas que necesitan de nuestras manos solidarias.

Es cierto que hay que renovar o hacer volver a su origen la esencia de Dios, que no es principalmente la oración, el culto, la adoración, etc, sino que seamos simple y llanamente "esencias de Él", imagines y semejanzas del Amor, Solidaridad y de Justicia.

Gracias a Francisco por devolver a la Iglesia la imagen de autenticidad y de amor de la que estaba carente últimamente, bueno en los últimos siglos.