19/12/12

Dejar ir....



Cuando la gente se aleja de ti,
déjalos ir,
no es que sean malas personas,
solo que su parte en tu historia
ya se terminó.

Una de las cosas más difíciles a las que nos enfrentamos muchas veces la soledad, la ausencia o el abandono de aquellos que nos van dejando por el camino de la vida. Unas veces puede que sea el afecto, otras la dependencia que tenemos de las personas y otras la necesidad que podemos tener de los demás por lo que ellos aportan a nuestra vida. Hay un momento para caminar juntos y otro para despedirnos y dejar ir.

En el Evangelio podemos encontrar un momento en los que la gente comienza a abandonar a Jesús. Pedro, un tanto preocupado, lo comparte con el Maestro y éste le dice: ¿Tú también quieres irte? Pedro le  respondió: ¿A donde iremos, Señor, si tu tienes palabras de vida eterna? Juan el Bautista, por otra parte dejó que Jesús pasase a ser la figura principal siendo el un profeta. No es nada fácil quedarse solo o en un segundo plano.

Unas veces la soledad nos pone a prueba frente a nosotros mismos, hacia nuestra propia credibilidad y autoconfianza. Otras veces requiere de nuestra capacidad de reacción y de ser capaces de asumir por nosotros mismos la propia realidad de la vida. Pero lo que si es cierto es que en todo el proceso de nuestra vida hemos ido dejando gente, que han sido uña y carne con nosotros, en el camino, unos con más dolor que otros. Lo hemos hecho desde la más tierna infancia hasta hoy en día. Lo hemos visto en el colegio, en la familia, en el trabajo, en nuestras relaciones.

Son momentos duros, pero momentos en los que nos ponemos a prueba a nosotros mismos; momentos en los que estamos llamados a crecer, a madurar, a progresar y a reinventarnos. Los momentos así, son momentos en los que nos desprendemos de aquello que ya no tiene sentido en el momento que vivimos, y como dice Emilio Duró no es que las personas sean malas, sino que su parte de la historia acabó en la nuestra. Hay que ir cerrando círculos, como diría Paulo Coello, y seguir escribiendo nuestra propia historia. Es esa parte de la historia en la que la humildad nos pide, simplemente, seguir siendo nosotros mismos.

Dejar ir, soltar, desprenderse. 
En la vida nadie juega con las cartas marcadas, 
y hay que aprender 
a perder y a ganar. 
Hay que dejar ir, 
hay que dar vuelta a la hoja, 
hay que vivir sólo lo que tenemos 
en el presente…

Paulo Coello