7/6/11

¿Arriesgar?




"Solo aquellos que se atreven a perder mucho, pueden logar mucho", decía Robert Kennedy. La verdad es que somos personas que nos gusta mucho asegurar las cosas; los puestos de trabajo, seguros de vida, situaciones sociales, amistades. No importa si el crecimiento persona se queda medio tullido o no. Nos dejamos llevar por el ándese caleinte, ríase la gente, por el más vale pájaro en mano que ciento volando o el más vale prevenir que lamentar. Vivimos en la época de los seguros de la casa, del coche, de los planes de pensiones, etc.

Hace unos días participaba en una conversación entre motoristas, uno de los cuales se fue durante unas semanas a explorar la zona del Himalaya en una moto que había alquilado por aquellas tierras junto con un grupo de amigos. Iban con lo justo y necesario y no con la mejor maquinaria del mundo. De repente se encontraron con una expedición rusa en la que los motoristas iban acompañados por cohes de refuerzos, guías, médicos, mecánicos de todo tipo y un sin fin de apoyos.

Buscamos la seguridad en contra del riesgo. Y estoy seguro que en nuestras vidas hay momentos de riesgo que tememos asumir y afrontar. ¿Ganamos? ¿Perdemos? ¿Merece la pena arriesgar? ¿Merece la pena perder? Muchas veces jamás lo sabremos hasta que afrontamos el riesgo y vemos las consecuencias positivas o negativas que podemos encontrarnos. Siempre es mejor hablar a toro pasado, pero la vida está llena de insensatos que no sólo han ganado o perdido para ellos, sino que nos dejan un legado que en estos momentos podemos compartir y vivir en nuestro día a día.

6/6/11

¿Perdono pero no olvido?



Sin perdón y olvido, 
el resentimiento 
controla nuestras vidas.

 Miriam Subirana




Es la introducción que hace a un artículo sobre la Ira, el Semanal el País en el día de ayer. Lo peor de todo es que cuando el perdón y la capacidad de olvidar brillan por su ausencia en nuestra vida lo que estamos haciendo es ceder las riendas de nuestra vida a aquellos que nos han ofendido en sí. Quieras o no es más trágico obsequiarles con el poder sobre nosotros que vivir plenamente libres.

El perdón, y ya lo he dicho en otras ocasiones, es esencial para poder vivir uno mismo en paz. Pero el olvido también lo es. Hay quien dice, "yo perdono, pero no olvido". El no olvidar es cederle tiempo y espacio en nuestra mente a aquello que nos impide ser libres y crecer. Perdonar es reconciliarse con la vida y con los demás. olvidándose de aquello que permite caminar.

Ya decía en una ocasión Victor Frankl a un compañero de campo de concentración, años después de ser liberados y cuando éste aseguraba que si veía a un Nazi lo destrozaría, que aunque había sido liberado fisicamente, emocionalmente todavía vivía en el campo de concentración.

Efectivamente, perdón y olvido van juntos. Quien perdona y no olvida todavía vive con el resentimiento, y el resentimiento no deja vivir, nos nos hace libres. Bien dice S. Pablo en la Carta a los Corintios 13, que el amor "no lleva cuenta del mal".

¿Te das cuenta del esfuerzo mental y anímico que supone el llevar cuenta de todas y cada una de las agresiones que podemos recibir en la vida? Y aunque sea sólo una, ¿merece la pena hipotecar nuestra vida, bienestar y felicidad o alegría por lo que otra persona nos haya hecho? Nosotros somos mucho más importantes que cualquier otra ofensa.

Tal vez el orgullo pueda mucho en nuestras decisiones, que nuestra vida tampoco merece que se hipoteque por el simple orgullo que uno pueda llegar a tener. También somos mucho más grandes e importantes que el orgullo.

Merece la pena, perdonar y olvidar.

3/6/11

¿Solos? ¿Y por qué no?



Alguien se lamentaba hoy de que sentía solo ante el peligro, de que sentía o tenía el apoyo de los demás y de que le dejaban toda la responsabilidad de un trabajo a realizar en la empresa a la que pertenece. Al final parece que consiguió ayuda externa. Curiosamente anteayer escuchaba una frase en la radio que decía que "si necesitas una mano búscala al final de tu brazo". ¿Qué relación tiene unos sentimientos con ésta frase escuchada ayer?

Yo, al igual que tu, y al igual que el más común de los mortales nos encontramos o nos hemos encontrado en algunos momentos de la vida en situaciones como éstas. Viviéndolas y habiéndolas vivido, ¿qué sacamos de positivo de todo esto? ¿No ayudan? ¿Nos perjudican? ¿Qué descubrimos de nosotros mismos? ¿Qué hemos aprendido en situaciones como éstas?

En el caso de ésta persona en concreto parece que ha aprendido a abrirse a otros círculos donde se ha sentido apoyada, pero más allá de todo ello se me ocurre que:
  • Solemos tener una gran dependencia de los demás. Nos da pánico, terror y escalofríos en introducirnos en un mundo que no conocemos y sobre todo en el que no hemos desarrollado las cualidades suficientes para sentirnos como peces en el agua.
  • Nos sentimos inseguros, pobres, incapaces y con falta de recursos para afrontar los diferentes retos, bien sean laborales, afectivos, sociales o de cualquier otro tipo. La desilusión puede hacer mella en nosotros.
  • Ante la incertidumbre lo que mejor solemos hacer es llorar, lamentarnos y permitir que nuestra autoestima se nos venga abajo, junto con todo tipo de nubarrones y nieblas que nos dificultan la visión del amplio y oscuro espectro frente a nosotros.
  • Lo peor de todo es la parálisis en la que caemos muchas veces desbordados por nuestra posible incompetencia y falta de posibles habilidades. Desarrollamos un gran sentido de la inutilidad.
Lo curioso de todo esto es que estas situaciones conllevan un gran reto personal de auto-aprendizaje. No hay nada como negarle a uno la comida, y darle una caña para pescar; no hay nada como romperle a uno las muletas en las que se apoya, para que aprenda a caminar sin ellas. Párate por un momento y piensa: ¿Cómo hemos aprendido a caminar? A base de caídas, desafiando incluso las órdenes de nuestros padres de que no nos soltáramos de la mano.´Eran otras épocas, momentos en los que queríamos ser autónomos, independientes, en los que queríamos experimentar la vida y el mundo por nosotros mismos.

Hoy en día, y por el contrario, la oscuridad y la inseguridad nos mete en el cuerpo el miedo y la falta de imprudencia que teníamos de pequeños. Y recuerda que somos y estamos donde estamos por todas y cada uno de los intentos y caídas que hemos tenido y de las que nos hemos levantado.

Cada situación en la que experimentamos soledad o falta de apoyo es la gran oportunidad que nos da la vida para decir: YO VALGO, YO SOY CAPAZ, YO PUEDO. Tan sólo es cuestión de sentirse invitado y retado a ello. Tal vez esta canción te ayude un poco más a reflexionar sobre ello:






2/6/11

Controlando la situación



No se si habéis visto en las noticias la clase más que real de cómo controlar las emociones en medio de un tiroteo entre bandas de narcotraficantes. Pues bien, a ésta maestra mexicana, que tenía a su cargo unos cuantos niños de edades muy tempranas no se le ocurrió nada más y nada menos que indicarle a los niños que se tiraran suelo y que comenzaran a cantar con ella una canción infantil. Mientra los narcotraficantes intercambiaban disparos la maestra y los niños cantaban con toda la tranquilidad del mundo la canción, a pesar de que la procesión iba por dentro. Después del reconocimiento y de la condecoración pública en la que se le reconoció su valor sólo queda preguntarnos varias cosas.

En nuestra vida real posiblemente no vemos sometidos a intercambios de balas reales, pero si a grandes presiones psicológicas en el trabajo, en la familia o incluso en medio de nuestras relaciones interpersonales. En medio de tantas presiones vemos como a veces se deteriora nuestra propia autoestima, como nuestras emociones, a veces, no son capaces de controlarse y como la vida parece resquebrajarse ente nuestra propia mirada.

La gran pregunta es hacia donde miraba la maestra en el momento de los intercambios de balas, y hacia donde miramos nosotros cuando sentimos tanta presión a nuestras espaldas. El objetivo de una no está sino en el control de los niños y de sus emociones. En los casos normalmente que vivimos la mirada está puesta en el daño que estamos sufriendo. ¿Ves la diferencia?

Si nos enfocamos al problema, el problema toma posesión de nosotros. Si por el contrario nos enfocamos a lo que queremos, en el caso de la maestra el control de emociones, el objetivo es más fácil de ser conseguido. Aquello en lo que enfocamos la mente, es aquello que irreversiblemente atraemos hacia nuestra propia vida.

No hay nada como saber estar enfocados en la vida. Si quieres ver el vídeo de la maestra aquí lo tienes.




1/6/11

El rincón del recuerdo



Me ha llamado la atención una campaña sobre el Alzheimer en la que invitan a las personas a "recordar" e introducir recuerdos en una página Webb. Mientras observaba el anuncio me vino a la mente "la línea de la vida", un ejercicio que en coaching se utiliza para reforzar las fortalezas de la personas. Y me pregunté: ¿Por qué no proponer un pequeño ejercicio que nos ayudaría no sólo a recordar momentos del pasado, sino también a compartirlos con los más allegados?

El ejercicio, aunque no es difícil en sí pues se trata de recordar, tiene la pequeña dificultad de que requiere un poco de tiempo pues, pensar en los mil y un detalles de la vida de cada uno puede hacerlo un poco largo o pesado. Imagínate que regalo tan bonito para unas bodas de oro, plata, o para un cumpleaños o, ¿por qué no?, para uno mismo, para subir la autoestima, la confianza en si mismo y desarrollar mucha más fuerza interior.

Es algo muy simple. Toma una hoja de papel, si es grande mejor, y ve dividiéndola en cuadraditos pequeños, tantos como años tengas tú. A cada cuadrado asígnale un número, el del año de tu vida en cuestión y dentro de cada cuadro poner la vivencia, el recuerdo o la anécdota que has vivido en su momento.

Después de haber recuperado tantos recuerdos y experiencias, ¿qué vibra nuevamente en ti? ¿que hay de nuevo en tus vivencias? ¿qué aprendes de tus recuerdos? Y si lo consideras oportuno acompáñalo de fotos, de dibujos, de colores que identifiquen esas vivencias y sentimientos.

Por último compártelo, da gracias a la vida y siéntete satisfecho de todo el camino realizado hasta el día de hoy, sabiendo que mañana prosigues tu andana por la vida en compañía del resto.

31/5/11

Liberar la mente



Me lo comentaba una persona en el día de ayer: el primer paso para ser libre, es liberarse mentalmente. No es fácil emprender el camino que uno quiere realizar si la mente no lo inicia primero.

Es una realidad que una mente bloqueada, atemorizada,dependiente de los demás, insegura de si misma no hace otra cosa que enturbiar el camino, hacernos dudar de cada paso que tenemos que dar y de iniciar el proceso de liberación en auqello que queremos acometer.

Comenzar a vivir libre, mentalmente, es cambiar el semblante, el aspecto libre, nuestra postura corporal y nuestra actitud, al menos, hacia nosotros mismos. Si conseguimos liberarnos mentalmente habremos dado un paso de gigante en aquello que queremos conseguir. ¿Tomas conciencia que ante un importantísimo partido de fútbol una de las cosas que más se requiere es la concentración? ¿No es la concentración el dominio de la mente y centrarse en lo que uno quiere conseguir?

Liberar la mente es, pues, y a mi modo de ver el primer gran paso para la otra libertad.


30/5/11

Plantar cara a la frustración



Estos días en España, y hace meses en Túnez, Siria, Libia y otros países, inconformistas con lo que está sucediendo en España y en los países antes mencionados han plantado cara a la insatisfacción que viven y se plantan para proponer un nuevo modelo de vida política que pueda resolver la frustración y la situación crítica de mucha gente.

No se lo que hay ni quien está detrás de estos movimientos, pero lo que si está claro es que "hacen algo diferente, llamativo, original y seductor", pues acaparan las miradas no sólo de los medios de comunicación, que viven de cualquier tipo de noticia, sino de multitud de personas que adoptan una acampada incomoda y de multitud de personas que cooperan con comida, dinero, utensilios e incluso cediendo sus viviendas para que algunos puedan ducharse o asearse.

Hay algo claro en todo esto: quedarse con los brazos cruzados, llorar y lamentarse no resuelven nuestras situaciones. Provocar nuevas situaciones, nuevas respuestas y nueva capacidad crítica te llega a algo diferente: a pensar. 

El pensamiento, recordemos, ha sido una arma a la que mucha gente no ha tenido acceso en la antigüedad y a ala que a otros muchos le han cerrado el paso. La capacidad de pensar, muchas veces mutilada por los diferentes sistemas que nos rodean tales como publicidad, deportes, televisión, ocio, dinero y otras, nos dejan en situaciones en la que el llanto y la queja es la única solución.

Hoy, ya sabemos que hay otros medios: Plantar cara a los problemas, no resignarse, buscar soluciones, asociarse a los demás y compartir dudas, proyectos e inquietudes. Es el valor de la intercomunicación.

27/5/11

Alejarse o salir al encuentro




Cuando nos metemos a analizar el mundo de las relaciones, sobre todo cuando de conflictos se trata, y donde uno tiene que pedir perdón o disculparse, donde uno ve acercarse o alejarse a personas que considera parte de su vida surge una cuestión: ¿Salimos al encuentro del que se aleja? ¿Esperamos a que regrese? ¿Nos alejamos de quien nos ofende? ¿Nos acercamos a aquellos por los que nos sentimos ofendidos?

Cualquier postura puede ser buena. Desde el punto de vista, por ejemplo, de la tradición cristiana el Padre permite al hijo pródigo que éste se vaya de casa; es más le da la parte de la herencia que le corresponde. Por otra parte en otros momentos se alecciona a "salir al encuentro"  de la oveja perdida. Es una señal de preocupación, de ayuda y de querer encontrar a quien se encuentra perdido.

¿Donde está el punto del equilibrio? Hay muchos valores que están en juego.

  1. Si permitimos el distanciamiento es un símbolo de libertad. Respetamos las decisiones del otro. No forzamos a los demás a seguir a nuestro lado o a mantener nuestras posturas.
  2. Si dejamos ir, además de la libertad, ayudamos a que cada uno se vaya dando cuenta, o sea, toma de conciencia de su propia realidad y pueda valorar por si mismo los resultados de las propias decisiones. Es ayudar, de una manera u otra, a potenciar la propia responsabilidad.
  3. Pero hay cosas que en un y otro caso no podemos evadir y es el valor de la comunicación. En cada situación de la vida hay que saber comunicarse, nos vayamos o nos quedemos. Si nos vamos dejamos claro el porqué y con ello podemos clarificar muchas cosas antes de la partida y ejercemos otro valor muy importante: la confrontación.
  4. No hay nada peor que que no ser capaces de confrontarse. El miedo, los complejos de inferioridad, la ignorancia misma y otros sentimientos toman nuestras vidas y las riendas de éstas. Quien es capaz de confrontarse es capaz de mirarse al espejo sin miedo a si misma.
La comunicación surge aquí como el gran valor que nos lleva a preocuparnos por nosotros mismos y por el otro y, a partir de ahí, nace el gran derecho a la libertad y al respeto de las decisiones que puedan tomar otros por mucho que nos duelan.

26/5/11

Disculpame



Tener que pedir disculpas no es nada fácil, parece que la vida se le va a uno si las pide, o que queda relegado a un segundo o tercer plano por el mero hecho de haberse equivocado. De hecho, ¿cuántas veces hemos pedido disculpas a lo largo de nuestra vida? Una veces intentamos pedirlas de forma indirecta corrigiendo la actitud que nos ha llevado a herir a alguien; otras veces creemos que no es necesario porque hay confianza, y la confianza muchas veces da asco, y otras simplemente tiramos hacia adelante esperando que el tiempo cicatrice todo y así lo cure.

Pedir disculpas, además de allanar las relaciones que se han podido deteriorar, comporta otras cosas mucho más importantes:
  1. Nos hace crecer como personas. Nos reconocemos tal y como somos. No necesitamos escondernos. Asumimos lo que somos y así lo mostramos al que hemos podido herir.
  2. Este crecimiento nos hace más libres. No importa la imagen que demos, importa aquella con la que nos quedamos en nuestro interior. Soy libre ante cualquier tropiezo, y éste no me condiciona ni ante la vida ni ante los demás.
  3. Uno aprende a ser responsable de cada uno de sus actos. No justifico nada, simplemente asumo mi forma de actuar.
  4. Mejora mi interrelación personal. La afronto desde la sinceridad, desde la verdad, desde lo que hay dentro de mí. Ello me dará más confianza ante los demás y a los demás más confianza hacia mí. Saben realmente quien soy.
  5. Mejora mi empatía, mi capacidad de entrar en el mundo de lo que los demás pueden sentir.
Así pues, más allá de un sentimiento de sentirse mal y humillado hay otro mucho más grande, sentirse humano.

25/5/11

Fortaleza y debilidad



Dicen que las apariencias engañan, y lo digo más que nada porque siempre se ha dicho que detrás de la violencia se encuentra la debilidad, mientras que detrás del perdón se encuentra la fortaleza. Tal vez sea así, y Jesucristo, así como Gandhí, lo dejan bien de manifiesto. Nuestra inseguridad nos lleva a mostrarnos fuertes, violentos y muy impositivos, con falta de flexibilidad hacia los demás. Intentamos ganar a la fuerza lo que no podemos lograr a través de nuestras palabras o simplemente a través de nuestras vidas. Y es que, en realidad, no tenemos ni que agradar ni convencer a todo el mundo. ¿Qué pasa si hay gente que no concuerda con nosotros? ¿Se acaba ahí nuestra vida?

El perdón, por el contrario, aparece como una gran fortaleza y herramienta en nuestra vida. No necesitamos imponer a los demás para sentirnos nosotros mismos; no dependemos del beneplácito de otros para seguir construyendo la vida día a día. La fuerza del perdón está en la seguridad de uno mismo y en la capacidad de ser libre ante los sentimientos y emociones de los demás, así como de sus formas de actuar y de vivir.

El que perdona, es libre. El que ejerce la agresividad, es esclavo no sólo de sus propios sentimientos sino también de las personas por las que se siente ofendido; le da cierto poder de controlar emocionalmente la propia vida de uno, y ello, lo quieras o no y por mucho que grites y seas agresivo, no es sino otra cosa que un claro síntoma de debilidad y de falta de control de la propia vida, de las propias emociones y de las situaciones que a uno le rodea,

Es por ello que para tener y vivir la fortaleza del perdón hace falta:
  1. Ser consciente de que uno es el propio dueño de su vida y de su manera de elegir la respuesta adecuada a cada estímulo que nos viene de fuera, o de dentro de uno mismo.
  2. Tener claro que perdonar es sinónimo de libertad interior. Nadie me condiciona ni con sus palabras ni con sus comportamientos.
  3. El mayor beneficiado del perdón es uno mismo, así como el mayor perjudicado de la agresividad también lo es uno mismo, pues jamás descansará en paz.
Piensa, sino, en las veces en las que has sentido agresividad y en las que has estado abierto al perdón, al amor, al equilibrio. ¿Dónde has crecido más? ¿Dónde has creído haber ganado más a nivel personal?

24/5/11

Lo bueno de lo malo



Hablaba en el día de hoy con una persona que decía que se sentía, perdonando la expresión, "estar metida hasta el fondo en la mierda". Y la verdad es que todo su discurso dejaba ver que era realidad lo que ella decía y sentía. A veces la vida nos marca con experiencias muy desagradables, pero dentro de lo desagradable tenemos una gran opción, que es aprender de ello.

Mientras me hablaba de los sentimientos que tenía me vino a la mente algo tan natural como el propio estiércol. Es algo que utilizamos, sobre todo en donde hay campos, para utilizarlo como abono. ¿No es curioso? Y es que lo que consideramos desecho, porquería, basura puede tener todo su sentido dentro de la misma vida.

La situaciones que vivimos, por muy malas que sean, siempre traen consigo algo que nos lleva a aprender y a poder crecer. Simplemente tenemos que permitirnos el poder salir del círculo vicioso en el que nos encontramos. Una simple pregunta puede cambiar toda la trayectoria de un proceso que vivimos. Si le damos vueltas una y otra vez a lo mismo, estaremos dando vueltas una y otra vez a lo mismo. En cambio si uno quiere salir del círculo vicioso tan sólo tiene que saber dos cosas:

  1. ¿Cómo quiero sentirme o a donde quiero llegar? Esta pregunta rompe en si el maleficio de la noria que da vueltas una y otra vez a la negatividad y a las experiencias negativas que hemos tenido. Es una pregunta que me pone, de una manera u otra, en el estado deseado.
  2. ¿Qué puedo aprender de lo vivido? ¿En que me puede ayudar lo vivido a conseguir lo que quiero alcanzar? Es otra parte de la positividad de la misma vida y de la ruptura con el círculo que me hace dar vueltas una y otra vez. Si con la primera pregunta pongo mi atención con lo que está fuera del círculo, con la segunda comienzo a intentar ver el lado positivo de todo lo negativo que me daba vueltas a la cabeza.
Son dos pequeños apuntes que me vinieron a la cabeza y que compartía con mi interlocutor. Pero para ello hace falta una cosa: ACTITUD. Es lo fundamental, el querer salir del círculo, el dirigir la mente hacia otro lado de forma libre y voluntaria, el buscar nuevas perspectivas y lecciones que aprender de la vida son dos pequeños y diminutos pasos que nos pueden ayudar a dar otros más grandes.

23/5/11

Ser flexibles



Leía hoy un artículo de Jenny Moix en el que definía la felicidad como la capacidad de ser flexible. Tal vez me viene a la mente, una vez más, la teoría de Darwin en la que se dice que si las especies no se adaptan al medio ambiente se mueren. En términos comerciales siempre he oído la frase de renovarse o morir. Lo que sí está claro es que el inmovilismo no conduce a ninguna parte. Podremos perpetuar ideas, sistemas políticos, actitudes y, en muchas ocasiones, por la ley de la fuerza, que al fin y al cabo a quien más perjudica, a la larga es a uno mismo.

¿Qué sucede si cambiamos? ¿Estamos llamados a permanecer siempre con las misma ideas? ¿Con los mismos sentimientos? ¿Con los mismos valores? ¿Qué nos lleva a no cambiar, a no cuestionarnos, a no poner en tela de juicio nuestros modelos de vida, de trabajo o de relacionarnos con los demás? ¿Es tal vez la inseguridad, el miedo, el no saber como actuar en cada momento de la vida?

La posibilidad de ser flexibles nos permite valorar todas las circunstancias de la vida, el saber acomodarnos a diferentes situaciones y a no ser esclavos de unas ideas, valores, sentimientos o situaciones que nos perjudican en nuestro propio bienestar, en nuestra capacidad de desarrollo y sobre todo en la capacidad de captar la vida en si misma con todas sus tonalidades.

Allá, por el año 81 me lo decía una gran persona, con una manera de pensar diferente a la mía, pero con un gran respeto hacia mi manera de ver la vida y mi trabajo: "Flexibilidad es el nombre del juego", me decía una y otra vez en inglés cuando veía dificultades alrededor.

Somos una especie con gran capacidad de adaptación, y la adaptación no es otra cosa sino la capacidad de adaptarse a situaciones, personas y circunstancias.

20/5/11

El don de la perseverancia



Creo que todos hemos pasado alguna vez por la experiencia de haber arrojado la toalla en alguna ocasión en la vida. Muy probablemente también hemos experimentado con cierto coraje como después de haber arrojado la toalla alguien ha llegado a donde nosotros queríamos llegar. Tal vez nuestro rostro se haya desencajado, un sentimiento de tristeza nos ha invadido y hasta nos hemos llamado inútiles a nosotros mismos, además de experimentar una envidia entremezclada con diferentes sentimientos dentro de nosotros.

Hay quien es constante y cada vez que no consigue lo que busca lo intenta de nuevo. Hay quien puede ser tachado de terco, de obstinado y de caprichoso. Pero como bien dice el refrán, el que la sigue, lo consigue. Hay ciertos deportes que marcan diferencias: la liga, el tour de Francia, giro de Italia, vuelta a España, Formula I, Tenis, etc son deportes que premia la regularidad y la estrategia. Hay trabajos en la vida en los que su triunfo o éxito depende de la constancia, del esfuerzo, de la continuidad, de la fidelización de los clientes. Las mismas relaciones interpersonales dependen de la constancia y de saber regar permanentemente la vida de los demás con lo que uno lleva dentro.

La suerte no existe, la buena suerte se elabora, se trabaja, se construye, se persigue, se elabora. Ello requiere de algo tan importante como es la continuidad.

19/5/11

¿Cosas de niños?


Como casi cada día la recogí en el colegio, y hoy miércoles tocaba llevarla a clases de pintura. Se subió al coche con determinación, se sentó en su silla y no demoró en decirme: "Papa, por favor, me alcanzas un boli?" Alcancé mi mano hasta el cajoncito donde tenía un par de boligrafos y le dí uno de ellos. Rápidamente me pidió otro pues ese no escribía. Se lo alcancé y ahí se puso a hacer, posiblemente, alguno de sus dibujos que tanto le gusta hacer.

Al poco rato, unos diez minutos, llegamos a la escuela de pintura y con toda la determinación del mundo tomó varios papeles en sus manos, se levantó con aire de determinación y me dijo: "Vamos, papá, tengo que entregar esto a varias personas".

Me quedé un poco extrañado y le pregunté: ¿Qué es lo que tienes que entregar?

Estos, papá, respondió ella en tono firme y convencida de lo que decía.

Si, entiendo, pero ¿que es eso, cariño?

Extendiendo sus manos hacia mi me mostró uno de los papeles que estaba doblado y que decía: "Abre y lee". Lo abrió y en la parte interior tenía escrito en el centro: "Te deseo que seas feliz y estés alegre".

Extrañado le pregunté: ¿A quién se lo vas a dar?

A todos papá.

¿A todos?

Si, a todos. Y el primero lo colocó en el parabrisas de un coche aparcado al lado del mío.

Cuando la recogí, una hora más tarde, me comentó que se lo había dado a varios niños. Y cuando ya íbamos a entrar en el coche se lo dio a alguien que estaba sentado en el suyo esperando a alguien. El conductor, sorprendido, lo tomó, lo leyó y sonrió. Llegando a casa lo metió en el buzón de los vecinos que viven al lado y por debajo de la puerta de otro más.

Entrando en casa me dijo: "Papá, no quiero que nadie esté triste ni llore".

¿Cosas de niños? Pues dejemos que la semilla crezca en ellos y que la que han depositado en nosotros también.



18/5/11

Provocación



"La única forma de salir ganando
 de una discusión 
es evitándola" 
(Dale Carnegie)
Hay algo que muchas veces se hace para desestabilizar a un buen equipo de fútbol: las faltas, el juego sucio, frenar el ritmo del juego simulando faltas y haciendo ver que se necesita del masajista, etc. Ni más ni menos son estrategias que se utilizan para doblegar el sistema de juego del enemigo. Y como todos somos humanos lo más fácil es caer en la tentación de la provocación. El riesgo de intentar no caer en la provocación es el permitir el juego feo y deshonesto, no sólo en el juego deportivo, sino en el mismo juego de la vida, de las relaciones humanas, en nuestros campos de trabajo.

¿Cómo no caer en la tentación de las provocaciones que otras personas pueden ponernos en bandeja? Tal vez uno de los consejos que los entrenadores de fútbol piden a sus jugadores, y que sirve para la misma vida, es la "concentración". 

Centrarse en el juego, en los objetivos, en lo que se quiere conseguir hace que la mirada no se nos desvíe hacia el lado opuesto de lo que queremos. Concentración y fidelidad a lo que y en lo que uno cree es requisito fundamental para seguir los pasos del equilibrio y de la mesura de todas nuestras reacciones.

Fidelidad porque uno cree en quien es, uno cree en lo que quiere conseguir y uno cree en los medios como conseguirlo. Además la fidelidad hace algo más importante: el disfrutar de lo que uno hace. Los objetivos tienen sentido no sólo por lo que se consigue sino por el deleite del proceso de conseguirlo. 

Lo peor que nos puede pasar es la distracción.  En la distracción se pierden batallas, partidos, relaciones, proyectos y cantidad de cosas en el camino de nuestra vida. Rumbo, orientación, concentración y fidelidad son los grandes ingredientes de no caer en las provocaciones y distracciones de la vida.

17/5/11

Las extrañas mayorías



Siempre me ha llamado la atención y siempre me ha medio enfadado. He estado en reuniones, unas veces participando y otras dirigiendo. Siempre me ha gustado la participación y la variedad. Es cierto que cuando apoyan tus ideas o proyectos te sientes bien, pero también lo que es que cuando todo el mundo está de acuerdo te quedas insatisfecho, ¿por qué?

El sentirte satisfecho es evidente porque encuentras aceptación entre  las personas, pero cuando nadie alza la voz y no se aportan ideas nuevas o contrarias la preocupación se alberga dentro de ti, ¿por qué? Pues por la simple razón de que sientes de que no estás llegando a la gente, de que ésta puede tener miedo, de que nos has logrado que expresen totalmente lo que llevan dentro y de que no puedan aportar más riqueza al grupo.

La riqueza de uno crece en la medida en que es apoyada y contrastada por los demás. Los acuerdos te ayudan a sentirte seguro, y los desacuerdos a profundizar, aclarar, informarse mejor, profundizar y contrastar. Siempre me ha dado el coraje de los que nos callamos y no clarificamos las cosas por miedo. Nos hacen andar a oscuras y hacemos andar a los demás en la misma situación. ¿Miedo, inseguridad? Quien sabe. Pero deberíamos saber que en la diferencia está el gusto,

16/5/11

Discusiones



"En toda discusión 
no es una tesis lo que se defiende, 
sino a uno mismo" 

(Paul Valéry)


Una de las cosas más difíciles que nos podemos encontrar, tanto a nivel laboral como a nivel de relaciones familiares o sociales, es la comunicación. Es muchos programas de televisión podemos ver discusiones en lo que prevalece es "ganar" y no tanto el que queden las cosas claras para los demás. Parece que está en juego nuestra vida, nuestra personalidad, nuestras creencias.

Toma, por ejemplo, discusiones que podemos tener en casa o en el trabajo. ¿Cuál fue la ultima que tuviste? ¿Cuál fue la razón o motivo de la discusión? ¿Qué sucede si el otro tiene razón? ¿Lo reconocemos fácilmente? ¿Nos defendemos a capa y a espada aunque no tengamos razón o argumentos? ¿Nos acaloramos? ¿Nos sentimos bien si alguien discrepa o no está de acuerdo con nuestra manera de pensar? En definitiva, ¿qué hay en juego detrás de una discusión?

Hay algo realmente notorio e importante en las reuniones o conversaciones en las que podemos participar: la capacidad de discrepar, de no estar de acuerdo. ¿Somos capaces de hacerlo? ¿Nos sentimos cohibidos? ¿Nos da miedo?

Discrepar es algo importante, pone en tela de juicio lo que creemos y pensamos. Podemos ver de un momento a otro como nuestros argumentos se vienen abajo y con ellos muchas de las actitudes que mantenemos en la vida. Discrepar, ¿crea en nosotros inseguridad? ¿pasa algo si estamos equivocados?

A veces preferimos caminar por el camino equivocado en vez de cuestionarnos, profundizar, abrirnos a otras mentalidades y dejar que nueva información entre en nuestras vidas. Los que nos cuestionan y los que cuestionamos no dejan ni dejamos de ser incómodos para otros, pero tenemos que vivir en congruencia con nosotros mismos y al mismo tiempo abiertos a la verdad de la vida, verdad que puede darse de muchas manera pero, ¿por qué cerrarse a encontrarla? Tenemos que ser más libres. Defendamos más la verdad que nuestras emociones o, incluso, a nosotros mismos,

13/5/11

Desprenderse de las cargas



¿Te has sentido cohibido en alguna ocasión? Hay situaciones que nos retraen por una u otras causas. Son situaciones en las que como mecanismo de defensa y de inseguridad preferimos mejor prevenir que lamentar. Pero por otro lado vemos muchas veces como hay personas que desafían dichas situaciones, mantienen la seguridad en ellos mismos y buscan los resultados que tienen en mente. Hay un control emocional fuertemente desarrollado y que hace que no se pierda el norte ni el sentido de la vida.

Alguien comentaba en una ocasión que antes de llegar a casa se paraba en la puerta y contemplaba tranquilamente el árbol que había delante de la puerta. Cuando alguien le preguntó porque tenía este tipo de ritual la persona en cuestión le comentaba que, por lo general, a lo largo del día uno va acumulando tensiones, frustraciones y todo tipo de situaciones estresantes en el medio en el que vive, se desarrolla y trabaja. Cuando llegaba a la puerta de casa, durante un par de minutos tomaba conciencia de todas esas tensiones y las dejaba imaginariamente colgadas del árbol. Cuando entraba por la puerta de casa lo hacía sin toda la carga emocional que traía acumulada.

Las cargas emocionales, los prejuicios, los complejos, las ideas que elaboramos dentro de nosotros mismos pueden condicionarnos negativamente a la hora de afrontar un trabajo o de relacionarnos con los demás. Nada mejor que afrontar las situaciones y las personas con nuestro ser real, con lo que realmente somos como personas. 


11/5/11

Creciendo en el perdón



¿Tiene algo que ver el perdón con el crecimiento personal? ¿Quién sale ganando el que perdona o el que es perdonado? ¿Es necesario perdonar?

En primer lugar creo que el perdón es la puerta para la propia felicidad de la persona. Tu y yo nos hemos sentido ofendidos en alguna ocasión. Ha habido sentimientos que se han apoderado de nosotros. Sentimientos de ser atacados, humillados, dejados de lado o de no ser tenidos en cuenta. Son sentimientos que borran la sonrisa de nuestra boca, que llenan nuestras mentes de ideas y actitudes negativas, que bloquean nuestra libertad para ser nosotros mismos en las circunstancias que nos tocan vivir. El que perdona experimenta como deja al lado una gran carga emocional y experimenta vida en si misma. Creo que el gozo del perdón, en este sentido, es más grande e importante en el que perdona que en el que es perdonado.

Es por ello que el perdón es una necesidad vital en la persona, tan vital como puede ser la de comer y beber. Sin perdón, como acabo de reflexionar, no hay vida ni alegría dentro de la persona. Y necesitamos de ellas para vivir y sentirnos nosotros mismos. ¿Te das cuenta de lo que eres capaz de hacer en la vida cuando no eres preso del rencor, de la ira, del odio y de otros sentimientos con ellos?

Apostamos por la vida, por la alegría, por la creatividad, por el amor y por la energía que esa libertad produce en cada uno de nosotros. Quien no perdona, no crece y quien no crece, se queda estancado en la vida y quien se estanca enturbia totalmente su vida. Es por ello que en el perdón, y aunque sea egoísta decirlo, hay que pensar más en uno mismo que en aquél que es perdonado. Mi vida es importante, y cuando yo permito que los demás y sus vidas manejen mis sentimientos, estoy hipotecando mi vida ya que me centro en el otro y no en mí, le doy más importancia al ofensor que a mi propia vida.

Apostemos, pues, por la vida, que conlleva crecer en el perdón.

Otros puntos de partida



Hoy recibía un correo en el que se nos pedía que felicitáramos, una vez más, a un compañero por un nuevo éxito cosechado en su trabajo. En los tiempos que corren, sobre todo en el mundo de las ventas, cosechar éxitos cuando a los demás les cuesta encontrar salidas a sus negocios nos invita no sólo a felicitar a aquellos que de forma honrada triunfan sino a algo mucho más interesante, el preguntarnos sobre el cómo lo hacen.

Es cierto que muchos arrojan la toalla ante situaciones en las que no ven salida. Pueden llegar a pensar que son gafes o que el mundo les ha vuelto las espaldas o que incluso el maleficio es parte de la situación económica que vivimos o de las circunstancias personales que nos ha tocado vivir en los diferentes nivel de nuestras vida. Pero no, uno de los síntomas de la madurez es la de sentirnos responsables de nuestro propio destino y de los resultados que podemos obtener. Tan solo una pregunta tenemos que hacernos: ¿qué hacen los demás que triunfan que nosotros no hacemos?

Podemos encontrarnos, si somos sinceros, muchas respuestas: dedicarle tiempo a lo que hacemos, conocer el producto, creer en él, comunicarnos con el cuerpo, tener una actitud de dialogo, hacer que que todos ganen y otras tantas cosas que posiblemente no cabrían en esta reflexión. 

Lo importante es fijarnos, prestar atención, dedicar un tiempo a observar a las personas que si lo consiguen, sea a nivel laboral, como a nivel social o a nivel de relaciones interpersonales. Hay personas que marcan con sus triunfos o éxitos una pautas, ¿cuáles son? Ese es el trabajo personal que tiene que realizar cada uno. Es ahí donde aflorarán ciertas carencias que tenemos y que hacen que nosotros, y no los demás, seamos los responsables directos de nuestros éxitos o fracasos.