"La única forma de salir ganando
de una discusión
es evitándola"
(Dale Carnegie)
Hay algo que muchas veces se hace para desestabilizar a un buen equipo de fútbol: las faltas, el juego sucio, frenar el ritmo del juego simulando faltas y haciendo ver que se necesita del masajista, etc. Ni más ni menos son estrategias que se utilizan para doblegar el sistema de juego del enemigo. Y como todos somos humanos lo más fácil es caer en la tentación de la provocación. El riesgo de intentar no caer en la provocación es el permitir el juego feo y deshonesto, no sólo en el juego deportivo, sino en el mismo juego de la vida, de las relaciones humanas, en nuestros campos de trabajo.
¿Cómo no caer en la tentación de las provocaciones que otras personas pueden ponernos en bandeja? Tal vez uno de los consejos que los entrenadores de fútbol piden a sus jugadores, y que sirve para la misma vida, es la "concentración".
Centrarse en el juego, en los objetivos, en lo que se quiere conseguir hace que la mirada no se nos desvíe hacia el lado opuesto de lo que queremos. Concentración y fidelidad a lo que y en lo que uno cree es requisito fundamental para seguir los pasos del equilibrio y de la mesura de todas nuestras reacciones.
Fidelidad porque uno cree en quien es, uno cree en lo que quiere conseguir y uno cree en los medios como conseguirlo. Además la fidelidad hace algo más importante: el disfrutar de lo que uno hace. Los objetivos tienen sentido no sólo por lo que se consigue sino por el deleite del proceso de conseguirlo.
Lo peor que nos puede pasar es la distracción. En la distracción se pierden batallas, partidos, relaciones, proyectos y cantidad de cosas en el camino de nuestra vida. Rumbo, orientación, concentración y fidelidad son los grandes ingredientes de no caer en las provocaciones y distracciones de la vida.
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