¿Ganar o perder? ¿Puede haber algo entre medias? ¿Cuál es la mejor opción en la vida? Cuando ganamos o perdemos lo hacemos en referencia a otras personas. Cuando lo hacemos en referencia a nosotros mismos la cosa cambia. Y cambia cuando lo hacemos desde la aceptación de lo que somos y desde la ilusión de lo que podemos hacer con lo que somos,
Los humanos tenemos un gran problema con nosotros mismos, la falta de aceptación de lo que realmente somos y llevamos dentro de nosotros mismos. Esta falta de aceptación nos lleva a sentirnos insatisfechos con nosotros mismos. Y con ello no podemos sentir alegría ni sentirnos felices con lo que somos. La aceptación nos hace entrar en paz con nosotros mismos y a partir de ahí ser conscientes de lo que podemos hacer con lo que tenemos, que en la mayoría de las personas es mucho. Simplemente con ver a nuestro alrededor podemos observar y darnos cuenta que las limitaciones, aún en condiciones físicas muy condicionantes, están en la mente de cada uno de nosotros.
No hay peor cosa que la negación de lo que somos y de lo que tenemos. Hace que luchemos con nosotros mismos. Una guerra interior que posiblemente acabaríamos perdiendo. Una guerra en la que los que triunfan en la vida no entran porque parten de la aceptación y con una pregunta crucial e importante: ¿Qué puedo hacer desde lo que soy y desde lo que tengo? Nos permite pensar con libertad, ver con claridad el horizonte desde donde estamos y desde lo que tenemos. ¿Eres capaz de observar a tantas personas que lo han conseguido y en peores circunstancias que nosotros.
La clave no es ganar o perder, sino participar y divertirse con lo que uno tiene y con lo que uno es. A partir de ahí comienza una esfera de crecimiento personal que se fija en los propios límites y en los retos que hay detrás de ellos. Es una batalla con uno mismo, una batalle que tan solo consiste en sentirse bien consigo mismo y darle rienda suelta a lo que podemos desarrollar dentro de nosotros.
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