Siempre me ha llamado la atención que nuestra raza es complicada. Somos la única raza que se autodestruye. Guerras, crisis económicas debidas a afán de riqueza de muchos que dejan de pensar en otros muchos, relaciones personales o interpersonales difíciles que acaban con la convivencia de muchos años o con la amistad que se declaraba eterna para muchos.
¿Donde tenemos la mirada?
Pensamos que los demás u otras cosas tienen que satisfacer nuestras necesidades personales. Buscamos en el otro lo que nos falta dentro de nosotros mismos. Y en vez de buscarlo y trabajarlo en nosotros lo exigimos, a veces violentamente, de los demás.
Es un problema que viene de antiguo. Ya en el mito de Adán y Eva, en el pecado original, nos damos cuenta de ello. Lo tenían todo. Podían andar desnudos por el paraíso. Eran libres. Pero la insatisfacción consigo mismos les lleva a "querer ser como dioses".
La vieja tentación de llenar nuestras carencias con lo que puede estar fuera de nosotros mismos: dominar a otros, dinero, alcohol. droga, usura, etc. Sentimos que somos alguien en la medida que tenemos, que poseemos o que dominamos a otros, en vez de sentirnos bien con nosotros mismos.
¿La solución?
Sentirnos bien con nosotros mismos. Aceptar nuestra realidad. Saber vivir con ella y desde ella. Sentir que podemos dar a la vida y a los demás desde lo que somos. Vivir la vida como el que aporta desde la propia riqueza y que no depende de lo que le rodea para ser feliz. Aprender a vivir desde el encuentro con uno mismos y de la soledad que puede llenar nuestro vacío al darnos cuenta de que podemos ser felices dando y aportando desde lo que somos más que desde lo que poseemos.
Amar es el camino. Dar a los demás no hará sentirnos bien en la vida, no solamente con los otros sino con nosotros mismos.
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