Cuando estamos enamorado no hay manera de que veamos un defecto en la persona que amamos, pero cuando el rencor o el resentimiento anida en nuestro corazón no somos capaces de ver nada bueno en el otro. Es el poder de los sentimientos dentro de nuestras vida, un poder que hacer que veamos las cosas tal y como queremos verlas y no tal y como son.
El amor, con toda su fuerza, no es tan ciego como para ignorar o no querer ver los defectos o limites del otro. Es más, el amor, el amor real es el que a pesar de ver lo que ve acepta al otro como es porque lo ama así, a pesar de lo que no le gusta. Son esos amores tan difíciles de comprender a veces.
El resentimiento a quien más perjudica es a quien lo tiene porque le impide ser libre en la vida y gozar del momento que vive. Entregamos todo nuestro poder a la persona que nos ha hecho daño hasta el punto de que perdemos nuestra alegría y nuestra libertad pensando sólo en esa persona.
Imagínate por un momento que vas en coche y en tu recorrido te encuentras con hermosos paisajes: montañas, lagos, ríos, mares.... Contrastes de colores. Todo eso está sucediendo en tu recorrido pero tu mente está centrada en tus emociones, positivas o negativas. ¿Qué pasará? Posiblemente todo pase inadvertido. No apreciaremos aquello que vivimos en su momento pues nuestra mente está anclada en momentos del pasado y en un futuro que todavía no ha llegado.
La vida es eso un viaje en el que tenemos mucho que aprender y experimentar. Nuestras emociones son importantes, pero nosotros no estamos al servicio de ellas, sino que ellas están para hacernos vivir más plenamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario