8/4/14

El gusto por saber



Si echamos la vista atrás sobre los momentos en los que hemos tenido que aprender creo que habrá momentos que recordemos por lo que hemos aprendido y momentos en los que "aprender" si es que llegamos a aprender algo se convertían en un tormento, en momentos de tedio, aburrimiento y de desesperación.

¿Cuál es la diferencia entre unos momentos y otros? Quizás sea que en unos lo que aprendemos tiene sentido, y en los otros no se lo encontramos. El arte de enseñar tal vez esté en hacer ver y apreciar la belleza de lo que se enseña a otros. En ver lo útil que puede ser en cada una de nuestras vidas.

La mayor frustración es intentar aprender aquello que no tiene sentido o utilidad, o incluso aquello que se nos enseña sin pasión o sin convicción. Cuando vemos a un niño ensimismado jugando es porque lo está viviendo. El aprendizaje tal vez sea algo más que ver y que oír, quizás sea experimentar. 

La experiencia nunca se olvida, sea para bien o para mal. Yo recuerdo explicándole a mis padres sobre un mantel como estaban ordenados los estrechos y los cabos del mundo. Me encantaba la geografía. Utilizaba vasos, platos y cubiertos para expresar lo que me gustaba.

Penetrar en lo bello y maravilloso del mundo del saber, como dice Einstein, es importante. Aprender por obligación nos aparta de esta belleza. Aprender para descubrir la belleza y la utilidad de las cosas es darle un sentido especial a lo que aprendemos y lo que aporta a nuestras vidas.

Y la mejor manera de aprender es comunicándolo con pasión o dejando que investiguen y experimenten con esa ilusión que hace que lo bello aflore en lo que aprendemos o en lo que surge dentro de nosotros.


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