Aprendemos, generalmente, por tres circunstancias diferentes:
- Porque nos han obligado a ello. No nos ha quedado más remedio que ir al colegio y aprender lo que se nos imponía, de lo contrario venían las malas notas y con ellas las regañinas, los castigos y los pleitos consiguientes en casa o en el mismo colegio.
- Porque hemos tenido que hacerlo para superar una prueba laboral, una situación concreta que se nos presentaba en la vida y teníamos que salir del paso de una u otra manera si no queríamos salir perjudicados de una manera u otra.
- El placer mismo de saber, de curiosear, de investigar, de ser conscientes de lo que nos rodea y del porqué sucede todo. Es decir, por curiosidad. Es la curiosidad la que nos hace percibir muchas cosas que generalmente pasan desapercibidas por nuestra vida; la que hace que prestemos atención a cosas que; de repente, se presentan útiles en nuestra vida; la que hace que algo que, en principio, no tiene valor alguno lo transformemos en algo realmente valioso; lo que hace que en una dificultad veamos el posible reto a conseguir.
Y si es verdad que la curiosidad mató al gato, también lo es que se convierte en algo esencial para conocer y descubrir el mundo en el que vivimos y a las personas que en el habitamos. Todo depende de como usemos la curiosidad, pero ¿somos realmente curiosos o deberíamos serlo más?