Estamos rodeados de reacciones que nos sorprenden. Unas de ellas aportan muchos elementos positivos a la vida; otras, por el contrario, van cargadas de agresividad de tal manera que nos perjudican a nosotros mismos y, la mayor parte de las veces al entornos con el que nos relacionamos y a los grupos o equipos en los que estamos integrados. Ejemplos los hay de todo tipo: discusiones en familia, reacciones acaloradas en el trabajo, agresividad dentro y fuera de los terrenos de juego. Todos somos conscientes de reacciones que tenemos y que no nos gustaría tener. Hay algunas que parecen muy simples pero que determinan nuestro estado de ánimo y actitud hacia el trabajo y personas durante el resto del día: el tiempo climatológico, los cambios de planes, incidencias puntuales, etc. ¿Podemos controlar nuestras reacciones?
En nuestras reacciones se da un proceso de cuatro pasos. En tres de ellos poco podemos hacer porque son procesos de nuestra misma naturaleza. El último paso si es decisivo y determina lo que sería nuestra actitud:
- Consciencia: Somos conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor. Una palabra que se nos dice y escuchamos. La lluvia que vemos caer. El viento que nos refresca en verano o aquél que nos hace la vida incomoda en un día de tormenta. Cuando fijamos la atención en algo, somos conscientes de ello.
- Percepción. Se interpreta esa información: ¡¡¡Ufffff, se nos ha chafado el día de playa o de excursión!!!!!! "Ésta persona me mira de mala forma". Aquello que vemos y de lo que somos conscientes va cargado de un significado que nosotros le ponemos.
- Sensación. Se aportan emociones. Vemos las cosas de un modo diferente. Las emociones que contiene nuestra forma de ver las cosas nos hacen sentir de una manera concreta que nos predisponen a actuar de una manera u otra.
- Reacción. Nuestra respuesta a los pasos anteriores. Somos nosotros los que elegimos la respuesta que damos así como la interpretación que damos a los datos que tenemos. Mientras que para unos un acontecimiento puede ser bueno, para otros puede ser malo; mientras que para unos puede ser un obstáculo, para otros es un reto.
La manera de controlar las reacciones depende de cuatro cosas importantes:
- Interpretaciones que damos a una realidad. Con una sola interpretación más posibilidades tenemos de no controlar nuestras reacciones. A mayor número de reacciones, mayor será el número de interpretaciones de la realidad entre las que podemos escoger y ello nos ayudará a ver más allá de lo que hay en nuestra mente y a poder escoger la que mayor objetividad presente.
- Reacciones en función de nuestros objetivos. Creo que las reacciones son respuestas inmediatas a una realidad que se nos presenta. Generalmente reaccionamos para obtener un placer inmediato pero, ¿reaccionamos o escogemos las reacciones en función de lo que realmente nos acerca a aquello que buscamos en la vida?
- ¿Qué dice una situación que me hace reaccionar de una manera concreta de mí? Lo digo porque las situaciones y las reacciones que tenemos hablan de expectativas frustradas, de desilusiones, de situaciones que no podemos controlar, etc. ¿Qué sucede dentro de mí en esas situaciones? ¿Qué está en juego? ¿Qué se pone en cuestión de mi identidad como persona?
- Dar un paso atrás y pensar. Acostumbrarse a dar un par de pasos atrás de guardar un par de segundos de silencio antes de reaccionar y observar la reacción que vamos a tener nos ayudará a elegirla, posiblemente, mucho mejor.
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