"No queremos cambiar.
Más aún, hay voces que quieren retroceder.
Esto se llama ser testarudos,
esto se llama querer domesticar
al Espíritu Santo,
esto se llama volverse tontos
y lentos de corazón"
Papa Francisco
Son las Palabras del Papa Francisco en el día de ayer haciendo ilusión al miedo que hay en la Iglesia a avanzar y a impulsar un concilio que se celebró hace 50 años y que se ha quedado medio estancado en el pasado. Esta actitud, en la Iglesia, en cualquier organismo y en cualquier persona, lo único que hace en envejecer y hacer caduco y sin sentido a la propia vida y finalidad de la institución, organismo o persona puesto que todos estamos en función de las personas en sí.
Hacía referencia al momento de la Transfiguración que Jesús y sus discípulos tuvieron en el Monte Tabor. Pedro tuvo la tentación, y la mencionó, de quedarse allí, de hacer tres chozas e instalarse para siempre. Es la situación cómoda que en psicología se llama la zona de confort y que muchas veces nos cuesta abandonar. Preferimos, como dice el refrán, malo conocido que bueno por conocer. No nos gusta el riesgo, exponernos a posibles fracasos e inseguridades.
Ante esa tentación Jesús lo tenía claro y así se lo hizo saber a Pedro, "El Hijo del Hombre tiene que padecer". La fe, algo más que creer en lo que no vimos, sino más bien lanzarse y dejarse llevar en lo que se nos ofrece, una vida basada en el amor y el servicio, no sabe de seguridades, sino de riesgos y de asumir las dificultades, los riesgos y superarlos para que la vida está al servicio de todos y no sea un simple valle de lágrimas sino algo digno que vivir.
Es la ilusión del Papa Francisco que busca una Iglesia que sepa ofrecer respuestas y caminos al mundo, al sufrimientos y a las situaciones que vivimos. Es la ilusión, o tendría que serlo, de cualquier humano que quiere vivir y no tan sólo sobrevivir, darle calidad a su vida y no tedio o aburrimiento. La vida, al igual que la vida de la mariposa, es una continua transformación, transformación que muchas veces, como en el propio crecimiento físico humano, es incómoda y con dolores. No hemos venido a la vida sino a vivírla y vivírla en plenitud. ¡Viva el riesgo!
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