Me sorprende su actitud, cada día más. Paciente, tranquila, con una gran sentido de la aceptación de la realidad. A veces pienso que vive el momento y no la ansiedad de querer salir de ese hospital que la tiene atrapada entre pared y pared.
Hoy, y a pesar de su delicado estado de salud, me sorprendió con una pregunta que le hizo al médico: ¿cuándo me dará el alta?
Otros se viene abajo. Recuerdo a alguien que cuando supo que tenía un cáncer dejó de hablar. Su carácter dinámico, alegre y jovial se apagó de repente.
En el caso de soy, y a pesar de sus 90 años, todavía cree que le quedan cosas que resolver, tareas de las que ocuparse. No importa la debilidad, ni el dolor, ni el que tenga que estar confinada a una silla de ruedas, ni su corazón totalmente debilitado que hasta los médicos impresiona.
Persona totalmente positiva y llena de esperanza; actitudes que nacen de un sentido de la vida que uno tiene y que hace que al mal tiempo se le ponga buena cara, o que simplemente no piense en el mal tiempo, sino en el bueno que tiene que venir.
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