Cada vez me doy cuenta que la vida está en la calle, en el contacto con la gente, con la empatía que desarrollas con los demás. Somos animales sociales por naturaleza. Necesitamos unos de otros. Aunque estamos llamados a ser autónomos, nuestra autonomía y libertad se desarrollan en la medida en que desarrollamos nuestro contacto con los demás, eso sí, sin descuidar ese espacio que necesitamos cada uno de nosotros para interiorizar, contemplar y valorar todo aquello que vamos experimentando a lo largo de la vida.
El contacto con los demás tiene un doble espacio, uno en el que nos damos y ofrecemos lo que somos y tenemos a los demás y otro en el que recibimos lo que los otros son y quieren aportar de a nuestra vida.
Aunque somos independientes no podemos olvidar que nuestra independencia se basa en la interdependencia que poseemos unos de otros en la que podemos gozar de poder elegir como pensar, vivir y actuar.
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