La motivación es algo esencial a la hora de la consecución de metas y en el propio crecimiento personal.
La experiencia nos dice que somos muchos los que iniciamos un camino y muchos los que ni logramos concluirlo de forma efectiva al abandonarlo a medio camino. Ejemplos los hay a montones. Basta con fijarse en los propósitos que nos fijamos a primeros de año, las veces en que dejamos una dieta, el tabaco, la droga o cualquier otra meta que nos hemos propuesto.
Las razones pueden ser mil y una: cansancio, agobios, stress, faltas de apoyo, etc. Todas vienen a concluí en una, la falta de una motivación profunda.
Jesús es consciente de ello y asienta las bases con la parábola del sembrador. Una parábola en la que la tierra buena es la que está limpia de piedras y de malas hierbas, protegida de calores, Y de todo tipo de dificultades.
Lo importante es crear circunstancias para que la semilla germine y crezca. Ello conlleva toma de decisiones. Elegir aquello que nos va a ayudar a que nuestro objetivos sean posibles. Para ello hay que descartar aquello que nos pueda alejar del objetivo y elegir lo que nos ayude a conseguirlo. Las elecciones que hacemos sin tener en cuenta el largo plazo suelen satisfacer el momento pero pueden alejarnos del largo plazo. Dicen que el camino más corto es a veces el mas largo, o que pan para hoy, hambre para mañana.
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