Conseguir una meta implica ir detrás de ella. En el camino podemos distraernos, perder el foco, y desviarnos de la trayectoria que nos hemos propuesto.¿Cuántas veces nos hemos encontrado de repente en situaciones hacia las que no queríamos ir y ver que nos hemos desviado considerablemente de donde queríamos haber llegado? No pasa cuando leemos, que leemos y estamos en otro sitio; cuando hablamos con alguien y nuestra mente está ausente o cuando trabajamos y tenemos varias cosas en la mente.
Los niños, en este aspecto, con grandes educadores. Cuando se les mete una cosa en la cabeza va a por ella y difícilmente la abandonan hasta no conseguirla. ¿Hace falta llorar? Lloran. ¿Hace falta patalear? Patalean. ¿Hace falta ganarse a papa, a mama o al maestro? Allá están intentando conquistarlos. Persiguen algo y van a por ello.
Quien mucho abarca, poco aprieta, dice el refrán. No se puedes tener muchos objetivos en la mente porque acabarás dedicándole tiempo a todos y al final no consigues nada. Focalizarse exige varias cosas:
- Establecer prioridades. Lo primero es lo primero. Si quieres algo tienes que priorizar, tomar decisiones y dejar ciertas cosas en un segundo plano, o incluso olvidarte de ellas por el momento. Si algo es importante hay que dedicarse a ello.
- Organizar las cosas sabiendo poner cada cosa en su lugar. Nuestra vida tiene que organizarse a partir de las prioridades y no a partir de lo que cada día nos va surgiendo. Primero son las metas y prioridades, a partir de ahí organizamos toda nuestra agenda.
- Saber decir no es más fácil cuando eliges, no en función de lo que abandonas o desechas, sino en función de lo que eliges, quieres y deseas.
- Mantener un sólo, o a lo sumo dos, nos mantiene constantemente detrás de él. Sabemos que detrás de cada paso que damos vienen otros. Si son muchos los objetivos, serán muchos los pasos y más difícil el coordinarlos.
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