En el mundo de las ventas hay algo que es un arma de doble filo, la relación entre los honorarios o sueldo percibido y las ventas realizadas. En muchos sectores dependemos directamente de las ventas realizadas. Si no hay ventas, no hay sueldo. Ha habido momentos en los que uno se encuentra con compradores ávidos de vender hasta el punto de embaucar a una persona en una mala compra, pensando tan sólo en los beneficios que puedes recibir de primera mano. Lo que puede suceder más adelante no es tanto problema, aunque en el fondo sí lo es puesto que la vida de las personas continúan y pueden verse afectadas por los buenas o malas compras realizadas.
La gran habilidad consiste en detectar, por una parte las necesidades de las personas, y vender algo que satisfaga esa necesidad. En otros casos como la cuestión es crear necesidades y lograr meter a los clientes en sociedades de consumo que lo único que hacen es incentivar el gasto y el consumo. Es cierto que cada uno es responsable de lo que puede gastar o no, pero también lo es que en técnicas de venta muchas veces se va más allá de lo que las personas pueden llegar a dar.
Mantener un equilibrio entre la habilidad y la ética de no embaucar innecesariamente a otras personas en situaciones de las que más tarde pueden lamentarse o no es lo que puede hacer de alguien un auténtico profesional que ve en las personas no sólo consumidores finales, sino también personas. Detrás de las necesidades económicas que podamos tener hay algo muy importante en la vida: saber mantener los valores en la vida.
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