Dicen que el dolor se relaciona con el cuerpo, mientras que el sufrimiento se relaciona con el espíritu. Las emociones y los sentimientos son las causantes de nuestros sufrimientos, mientras que nuestras enfermedades lo son de nuestros dolores.
¿Te has preguntado del por qué de nuestros sufrimientos? Noches en vela ante la tardanza de un ser querido. Ansiedad, nerviosismo e inseguridad ante un futuro que pinta negro oscuro. Mal humor y agresividad cuando las cosas no surgen como uno quiere y desea.
Muchas veces los malos augurios nunca llegan. Hemos sufrido gratuitamente y sin necesidad. Otras veces llegan y los afrontamos con entereza, con lo que el sufrimiento nos ha preparado y fortalecido o, simplemente, hemos adelantado un sufrimiento innecesario a nuestra vida. Otras veces el sufrimiento lo hemos podido palpar con posibles causas justificadas: perdidas, desengaños, injusticias y otras tantas cosas más.
Pero en el fondo, ¿qué se esconde detrás de nuestros sufrimientos? ¿Nos hemos parado a analizarlos profundamente? ¿Qué dicen nuestros sufrimientos de nosotros mismos y no de los demás? ¿Qué miedos e inseguridades nos muestran con respecto a nosotros mismos?
Creencias, valores, ideas y otras tantas cosas nos marcan de tal manera que condicionan nuestra felicidad. El dolor tal vez nos resulte fácil controlarlo con fármacos. El sufrimiento tan sólo podemos controlarlo con nuestra mente y nuestra apertura y libertad hacia la vida.
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