un mundo que tal vez no habría nacido
si no lo hubíeramos conocido.
Anais Nin
La amistad es algo grande, y los amigos se cuentan con los dedos de la manos. Quien tiene un amigo, tiene un tesoro, reza así un proverbio, pero cuántas veces nos hemos parado a pensar en la cantidad de amigos, buenos amigos, que han aparecido por nuestra vida, reflexionar sobre lo que han aportado a nuestras vidas y, sobre todo, agradecerles lo que nos han aportado.
El recapitular un poco en lo que ellos nos han aportado es importante porque es no dejar pasar por alto esa semilla que han plantado en nuestra vida, y reflexionando permitimos que los valores florezcan de nuevo y no se marchiten.
Lo que las personas aportan a nuestra vida, esa semilla mencionada, no está sólo ahí para reconocerla, sino para valorarla y aprender de ella de tal manera que podamos incorporarla en nuestra vida de tal manera que nos permita crecer en valores que nos aportan otros.
Pero de la misma manera que la lluvia no cae en balde sobre la tierra, sino que penetra la tierra, la riega, la hacer germinar y crecer, así todo aquello que recibimos de los demás tampoco debería caer en balde o saco roto en nuestras vidas. El agradecimiento es algo importante: no sólo reconocemos lo que el otro nos aporta, sino que agradeciendo permitimos que la otra persona se de cuenta de su valía, al punto de que se sienta satisfecha y pueda seguir creciendo en eso que ya tiene. No hay nada como sentirse reconocido por los demás. Si bien es cierto que lo que hacemos es porque sale de nosotros de forma natural, siempre se fortalece a través de agradecimiento.
¿Cómo agradecer? Cada uno tiene su propio estilo, y si no lo ha desarrollado tan solo tiene que pensar en cómo le gustaría que le agradecieses a él mismo.
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