Si no puedes terminar de decidir por dónde empezar,
tan sólo empieza
por alguna parte,
con lo primero que te venga a la mente.
Una vez que
te hayas puesto en marcha
y hayas empezado a darte cuenta,
a
percibir por qué lo estás haciendo,
estarás mucho mejor preparado
para diseñar un plan que resulte efectivo.
La indecisión es uno de los peores enemigos que podemos encontrarnos dentro de nosotros mismos. Falta de seguridad, de confianza, de claridad o cualquier otro motivo puede mantenernos frenados en avanzar por el camino de la vida. Si la indecisión nos tiene deshojando la margarita, mientras la deshojemos una y otra vez, nos mantendrá parados, estáticos y si caminar hacia la consecución de nuestros objetivos.
Dar un paso, por pequeño que sea comienza a forjar dentro de nosotros una perspectiva de caminar hacia un objetivo. Bien es cierto que éste puede ser borroso, nada nítido pero a medida que vamos dando pequeños pasos vamos clarificando lo que queremos y lo que no, lo que perseguimos y por lo que optamos.
Son las pequeñas decisiones las que van forjando nuestra personalidad, nuestra vida, nuestros pasos y la claridad de lo que queremos conseguir. A medida que damos pasos vamos quitando la maleza, los arbustos, las piedras y, de esta manera, vamos viendo de forma más clara lo que tenemos frente a nosotros.
Si nos quedamos sin apartar éstos pequeños elementos que nos quitan la visión de lo que puede estar frente a nosotros, nos quedaremos poseídos por una parálisis mental, emocional, existencial y de toda nuestra vida que paralizará todo nuestro desarrollo persona.
Dar un paso, aunque sólo sea uno, siempre nos ayudará a tener una perspectiva nueva, por pequeña que sea, de la vida, de donde estamos y de hacia donde nos dirigimos.
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