Resulta curioso que cuando alguien nos pregunte sobre como nos gustaría vivir de aquí a cinco años y de forma concreta nos cueste responder, nos tengamos que poner a pensar y, que sobre todo, seamos muy cortos a la hora de encontrar diferentes medios para lograr lo que queremos.
Vivimos al día, tanto en lo económico como en las expectativas, así como en las ilusiones. Es como si nos rindiéramos ante las muchas posibilidades de ver cumplidos nuestros deseos e ilusiones. Sobrevivimos en vez de vivir.
Cuando le muestras a alguien que es posible el alcanzar objetivos, cuando son conscientes de las posibilidades que tienen, cuando llegan a creérselo y se ponen en camino, lo primero que se nota es un cambio en los ojos. Las pupilas se dilatan y la mente se pone en el punto de llegada. Sientes su respiración más pletórica y tranquila. En su cara dejan ver una sonrisa complaciente como la del que ha encontrado la llave del tesoro.
Tenemos que recobrar la ilusión y la creencia sobre nuestra propia utopia, utopia que no la es desde el momento en que damos pasos concretos por pequeños que sean, pues cada paso es de pie si un gran alimento para el que lo da; es un paso, una pequeña victoria, un logro, un crecimiento, una superación personal que nos hace sentir vivos, creciendo y en continuo proceso de crecimiento.
No dejemos de soñar y de dar pequeños pasos, por insignificantes que sean.
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