Leía en un foro la tendencia que hay a que las familias se conviertan en familias monogamas de primera, segunda, tercera o sucesivas relaciones. Las tendencias a las rupturas, a buscar la pareja perfecta que haga feliz a uno, a dejar aquellas relaciones que tan solo `producen dolor y sufrimiento me han puesto a reflexionar un poco sobre las diferentes respuestas que se daban y dentro de mi, después de pensar, de leer y de reflexionar, surgen algunas preguntas sobre el tema:
El sentido de la vida, por lo general, es uno: El amor hacia ha vida, hacia uno mismo y hacia los demás. Decía Eduardo Punset, o al menos así lo entendí yo, que para ser infeliz hay que saber hacerlo, pues la tendencia natural del hombre es el amor, la felicidad. ¿Qué es lo que nos hace en realidad alejarnos de lo que es el objetivo de nuestra vida y coger el camino de dolor, de la ruptura, de la desintegración? ¿Por qué tenemos esa tendencia a complicarnos la vida cuando lo más fácil es buscar la felicidad?
Si la tendencia actual es a tener un equilibrio emocional, un equilibrio mente-corazón, razón-sentimientos y se enfatiza la necesidad de una educación emocional desde edades tempranas, ¿por qué esa educación y ese equilibrio no están en función de ayudarnos a vivir una vida de pareja-familia, donde los niños pueden ser los perjudicados de esa falta de equilibrio emocional que tanto se da y que tantas energías consume?
Si la realidad es lo que hay, y así parece que hay que aceptarla, ¿no caeremos ante la pasividad de lo que tenemos que afrontar a diario ante la vida, ya que lo que día a día no encontramos es parte de la realidad y hay que aceptarla, pues es hacia donde nos lleva la corriente de la vida. ¿Donde está mi capacidad de ofrecer algo diferente a la vida, algo en lo que yo creo y algo que yo siento que me hace sentir persona? ¿Que sería de nosotros si no fuera de aquellos que han luchado contracorriente y que han sido tachados de herejes por proponer algo que podian ser consideradas aberraciones?
La transmutación del dolor al amor, del dolor a la felicidad,,,,, ¿tiene que darse sólo a través de la ruptura, de la muerte afectiva? ¿Donde está nuestra capacidad de dar vida a lo muerto, de reparar las heridas dentro de un proceso que estamos viviendo? ¿La vida solo es posible después de la muerte, o también antes de que ésta se produzca? Aquellos que han estado al filo de la muerte física aprenden a valorar la vida de una manera totalmente diferente, relativizando aquello en lo que muchas veces se ha sido intransigente.
Por ultimo, el amor es la capacidad de dar lo que uno lleva dentro, y lo primero que tenemos que hacer es SER nosotros mismos, no claudicar a lo que somos. Nos gusta recibir, pero lo primordial es dar, y damos porque llevamos vida. Cuando estamos a la espera de que nos den o de que acepten lo que somos, ¿no cojea algo por ahí? ¿no hay cierto vacío que esperamos que llenen cuando quien tiene que llenarlo es uno mismo para darlo después?