Uno de los grandes retos que podemos tener hoy en día, en los que la comunicación es más rápida que nunca, es el querer conseguir las cosas a la misma velocidad con la que transcurre todo. Muchas veces ante la desesperación de no conseguir las cosas en el momento en el que las necesitamos, desistimos del intento con una gran facilidad.
¿Qué nos lleva a éste abandono? Por una parte somos víctimas de las urgencias. Dejamos que las cosas vayan tomando un curso que, en muchas ocasiones, no es el más adecuado. Ésta dejadez hace que las cosas se conviertan en importantes y urgentes cuando antes, y por no atenderlas, eran tan solo importantes. Podríamos señalar la cantidad de cosas que a lo largo del día vamos dejando o postponiendo de un día para otro.
Pero hay también algo característico de nuestros días: querer conseguir las cosas de forma fácil. A gran escala vemos como día tras día aparecen personas que llegan a tribunales por querer utilizar la política y negocios sucios para llenarse los bolsillos de manera fácil y fraudulenta.
Pasar de la incompetencia consciente, en la que nos podemos ver instalados en un momento determinado, a la competencia inconsciente, en la cual dominamos las situaciones casi de forma automática, lleva su tiempo, su labor, su dedicación, su esfuerzo, sus renuncias, sus sufrimientos, sus incomprensiones y su gran dosis de paciencia.
Paciencia para sembrar, para regar, para cuidar, para permitir crecer y sobre todo para ir viendo y saboreando poco a poco los pasos que nos llevan hacia el éxito, hacia el triunfo. Fe en uno mismo y en lo que se quiere conseguir. Hay una frase que suelen enviarme a menudo en un correo electrónico que dice:
Cuando la determinación de triunfar es lo suficientemente fuerte, el fracaso, jamás te alcanzará...
Paciencia y determinación van juntas.
¿Cómo ando de paciencia?
¿En que la tengo y en qué no?
¿Qué aporta la paciencia en mi vida?
¿Qué he logrado a través de ella?
¿Cuáles ha sido los momentos de más paciencia?
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