20/9/11

¿Y ahora que hacemos con esto?



Se nos invitaba hoy a participar en una reunión del ayuntamiento para saber que uso se le podía dar a unas instalaciones que se habían hecho para el grupo de la Tercera Edad del barrio en el que vivimos y que por diversas circunstancias los propios miembros de la Tercera Edad han rechazado. Es una pena porque son unas instalaciones nuevas pero que, por desgracia, con contiguas, pared con pared el tanatorio. Juntar tanatorio y centro de la Tercera Edad no es lo ideal, desde luego.

Planificar conlleva algo muy importante, pensar en los objetivos, en las personas a quienes pueda afectar las metas conseguidas y sobre todo las repercusiones que pueden tener en el amplio espectro social donde uno puede desarrollar su camino. Hoy por hoy y en el mismo sitio podemos ver una gran piscina al aire libre, que ha costado su buen dinero, infrautilizada ya que por el viento existente en la zona tan sólo se puede utilizar dos meses al año. Podemos ver un campo de lucha también vacío por falta de uso y de equipo que practique éste deporte. Igualmente ocurre lo mismo con el campo de fútbol que está totalmente abandonado y la cancha de baloncesto.

Crear infraestructuras, bien sea a nivel político, familiar o empresarial, puede ser importante. Mantenerlas y darles un uso contínuo es más difícil ya que requiere de trabajo, planificación y sobre todo de ilusionar a mucha gente.

En un momento determinado pensé, y así lo expuse, ¿qué es más importante hacer cosas y después ver como utilizarlas o trazarse unos objetivos a corto, medio y largo plazo que hagan posible que las cosas se vayan dando para dar un servicio a lo que ya hay?

Trazar objetivos, ilusionar a la gente, hacer que las personas en lo que a las diferentes generaciones se refiere, es algo más difícil pero que, si se consigue, hace posible que los frutos perduren, ya que no es hacer por hacer, sino que son un hacer como consecuencia de ser personas y de canalizar lo que uno es, piensa y siente con todo aquello que después plasma en su propia acción.


19/9/11

El botiquín de emergencia



Me lo preguntaban esta mañana: Si tuviera que llevar un botiquín de emergencia para la vida, ¿qué llevarías? La pregunta venía con trampa. Tal vez pensaba que respondería algo así como agua oxigenada, alcohol.... Pero el botiquín de la vida es algo mucho más serio y profundo. Sería como los recursos que no tendría que tener a mano en cualquier momento de necesidad para solventar una situación que no es habitual y posiblemente delicada. ¿Qué llevaría?

  • Valores. Los valores en los buenos momentos de la vida siempre son más llevaderos de vivir. En los malos tiendes a echar mano de todo lo que puedes alcanzar para solventar las situaciones. Dicen que el fin justifica los medios, pero cuando los valores están por encima de los medios estamos hablando de algo muy importante: Integridad.
  • Talentos. Los propios talentos y recursos son una de las grandes bazas que tenemos. En momentos de desorientación dudamos de nosotros mismos, y es en nosotros mismos donde podemos encontrar cantidad de situaciones. En momentos difíciles y por la simple cuestión de supervivencia nuestro ingenio se agudiza, pero para ello hace falta algo: Confianza, tranquilidad y calma.
  • Fe. Algo fundamental e importante. Fe en la vida, Fe en Dios, Fe en uno mismo y Fe en lo que se persigue, pero no Fe como creencia, sino como actitud de confianza de alguien que se abandona en las manos de la misma vida, del mismo Dios, de uno mismo y de aquello en lo que cree y persigue.
  • Sentido de la vida. Es de donde nace la motivación y la interpretación que hacemos de las cosas. Darle sentido a todo, incluso a las circunstancias que se presentan como obstáculos nos ayudará a superarnos y a superar esas situaciones, aportando una mayor calidad de vida y una mejor actitud en ésta.
  • Espiritualidad. Es ese espacio en el que uno se encuentra con uno mismo y con el propio Dios, así como con la esencia y misterio de la vida. Es el lugar y momento en el que uno va cargando dentro de su propio depósito todo el resto de elementos que conforman en botiquín.


16/9/11

Los pasos que nunca acaban de darse



Todos hemos pasado alguna vez por objetivos que nos planteamos conseguir y que, en muchas ocasiones, no llegamos a realizar, bien porque no damos el primer paso, bien porque abandonamos a mitad del camino. ¿Por qué nos sucede ésto? ¿Qué factores hay que tener en cuenta para que no nos suceda ésto? Y esto nos ocurre en pequeñas situaciones o en aspectos importantes que pueden determinar nuestra vida laboral, emocional, salud, familiar o personal.

¿Quién no ha querido bajar de peso, se ha prometido una buena dieta o hacer ejercicio y sucumbir a las primeras de cambio? ¿Quién no se ha propuesto el ser más organizado y no lo da conseguido? Hay quien se ha prometido una y otra vez el dejar de fumar o beber y ha ocurrido otro tanto de lo mismo,

  • Motivación. Es lo fundamental. Hay dos tipos de motivación, la externa y la interna. En la externa dependemos un poco de lo que queremos alcanzar para que otros lo vean, por ejemplo que se nos reconozca. En la interna, en cambio, la motivación es más profunda, queremos estar satisfechos con nosotros mismos. La externa puede tener cierta fuerza pero, ¿qué pasaría si no reconocieran lo que estamos haciendo? ¿Cómo nos sentiríamos si agradamos a los demás pero no lo conseguimos con nosotros mismos? Si yo quiero conseguir algo porque me va a hacer sentir mejor y realizado la fuerza que tendré dentro de mí será mucho más grande. A veces los hijos son una motivación externa, pero con una interna de auto realización como padres y de responsabilidad ante ellos.
  • Creer en lo que se quiere. Muchas veces comenzamos con dudas, y dejamos que la duda se aloje en la mente, es más, le damos un lugar y tiempo en nuestra mente que hace que tengan más fuerza que el objetivo que queremos alcanzar. ¿Qué hacer? Lo que hace cualquier enamorado, que la imagen de la persona amada esté siempre en la mente. Cuánto más tiempo tengamos el objetivo en la mente y los beneficios que nos aportará, más credibilidad le damos al sueño y más posibilidades de que se llegue a realizar tenemos.
  • Compartir el sueño o el objetivo. Si compartimos y mostramos el interés que tenemos, los motivos y los beneficios que pensamos obtener es mucho más fácil que se nos ayude a conseguir el objetivo. La gente suele ser solidaria. Tenemos que vender nuestro proyecto para que se solidaricen con él y con uno mismo. Compartir los miedos, las dudas posiblemente nos ayude a que se nos eche una mano para tener más confianza en nosotros mismos.
  • Dar pasos. No hay nada como dar el paso. Darlo significa hacer algo en el tiempo. "Hoy comienzo", "Mañana sin falta hablo con esa persona". Dar el paso significa pasar de la cabeza a la realidad. Y cuando das el paso, saborearlo, disfrutar de lo que estás haciendo y no lamentarse de los beneficios que podías haber tenido si no hubieras dado el paso, el mono. Un primer paso nos lleva necesariamente a tener previsto lo siguientes pasos:
  • Planificación. No es el primer paso lo importante, sino toda una secuencia de pasos que hay que tener en cuenta para poder llegar al objetivo, a la meta deseada. Los pequeños pasos tienen que tener un lugar en el calendario, no se pueden dejar a la buena de Dios. Sabemos que para tal día queremos conseguir algo concreto y tangible. Posiblemente lleguemos antes, o tal vez después, pero por lo menos vamos troceando el principal objetivo en otros más pequeños que nos ayudarán a ir subiendo escalones hasta llegar al último.
  • Celebrar cada éxito. Nos ayudará a felicitarnos por cada paso conseguido, a elevar nuestra autoestima, a valorar el trabajo realizado y sobre todo celebrar lo que en cada paso se consigue a nivel personal. Podemos celebrarlo solos o con quien queramos compartir lo que llevamos dentro. Y no es caer en una actitud de orgullo, sino en una de agradecimiento a la misma vida.




15/9/11

Autosuficientes



Me decía un compañero el otro día que una de las cosas que ha tenido que aprender en la vida es el ser auto suficiente. Por el contrario ves a gente que no hace más que quejarse de los reveses que le da la vida. Entre unos y otros hay algo que marca la diferencia, el ser auto suficiente perooooooo con algo que es clave, no olvidar la interdependencia.
  • La dependencia nos lleva a una queja continua. Creemos, y estamos plenamente convencido de ello, que el mundo nos debe algo y tiene la obligación moral de rescatarnos. Llorar y quejarse, tal y como lo hacen los niños pequeños, acapara la atención de los demás, puede que satisfaga esa necesidad que podamos tener en un momento dado pero nos deja nuevamente a la intemperie. Nuestra vida depende de lo que los demás nos aporten. Y como dicen las canciones románticas, "sin ti soy nada", bien sea en el plano afectivo, como en el laboral, como en el social. Son situaciones en las que nuestra autoestima está por los suelos y nos sentimos totalmente inválidos.
  • La autosuficiencia nos puede llevar al lado contrario. Somos, supuestamente, mentalmente fuertes, tenemos grandes cualidades, nos manejamos muy bien solos en la vida y no nos gusta que alguien interfiera en lo que hacemos. ¿Nos hemos parado a pensar en el porqué del no gustarnos el que nos molesten? Tal vez pueda haber un complejo que ponga a prueba la buena imagen que tenemos de nosotros mismos. Puede que en medio de todo tengamos una visión corta y no sepamos apreciar lo que otros pueden aportar a nuestra vida. A la larga el mundo es una máquina en el que todos necesitamos de todos, por muy auto-suficientes que seamos. Si comenzamos a pensar que no necesitamos de los demás puede que nos carguemos la máquina, el mundo, la sociedad o la familia tal y como está pasando en la crisis que atravesamos a nivel mundial.
  • Los mejores ejemplos de que el éxito puede llegar a la vida de uno es la interdependencia. Y de ello se han dado cuenta las grandes empresas que ante grandes coeficientes intelectuales prefieren contratar a personas con mejores coeficientes emocionales. El trabajo en equipo en lo más valorado hoy en día. ¿Por qué? Porque hay un sentido de responsabilidad, de dar y de recibir al mismo tiempo, de utilidad dentro del engranaje de lo que puede ser una empresa, pero sobre todo es porque en la interdependencia valoramos y nos aprovechamos de la autosuficiencia de otros. Todos nos aportamos mutuamente.
Los grandes fracasos tal vez se han fraguado en la autosuficiencia o en el complejo de victimas y de dependencia de unos. Cuando uno se pone por encima de otros, los subestima; cuando se deja poner por debajo nos echamos a un lado del camino y no aportamos lo que llevamos dentro, por lo que algo estamos desaprovechando de nosotros y hacia los demás.


14/9/11

Lo importante es participar



Vivimos en un mundo de resultados, y de ellos depende muchas veces nuestra satisfacción interior o la frustración correspondiente. Pero siempre hemos escuchado que lo importante es participar. Del dicho al hecho hay un gran recorrido y así podemos ver cantidad de expresiones que muestran un mal perder en la vida y en muchas de las situaciones que vivimos. ¿Es realmente cierto lo de que lo que importa es participar?

Recuerdo que en una ocasión tenía que subir un cerro bastante alto para ir a una de las comunidades que atendía. Comencé a subir con ilusión, pero la pendiente era bastante pronunciada. Rápidamente me di cuenta de que aquello era mucho para mí. ¿Qué hice? Poner un punto de referencia: un pino, era la señal de que aquella subida llegaba a su final y a partir de ahí el camino se hacía mucho más llano y llevadero.

El pino no salía de mi mente, lo miraba constantemente y parecía mantenerse siempre a la misma distancia. Aquello se hacía eterno, parecía que la distancia nunca se reducía, se mantenía siempre a la misma distancia. ¿Sentimiento? Agotamiento, frustración y, a partir de ahí, continuas paradas a pesar de que mis acompañantes me lo desaconsejaban. Hubo una última parada de frustración que me hizo sentir vergüenza, impotencia, debilidad y ganas de arrojar la toalla. Cerré  mis ojos, pensaba en mis acompañantes y en lo que ellos podían pensar de mí. Cabizabajo miraba hacia el suelo con una mirada de impotencia incapaz de penetrar cualquier cosa que hubiera más allá de un palmo de mis propias narices. Recuerdo que respiré profundo y abrí los ojos y de lo que no me había dado cuenta hasta entonces era de unas hermosas flores malvas, amarillas, azules y otros colores que había justo en frente de mí. ¡Que maravilla!

Me levanté, comencé a caminar y a observar todo lo que había a mi alrededor. Me olvidé del pino que allí seguía erguido, estático y frío dominando todo el paisaje. Pero ahora había algo más: flores, vegetación, lagartijas, mariposas, ruidos de animalillos reptando bajo las hojas, paisaje por delante y paisaje por detrás. Incluso valoré la luz y las tonalidades que ésta le daba al paisaje. De repente....., ¡el pino estaba ahí!

El objetivo, por un momento tenía importancia y era un marco de referencia. De repente se convirtió en un obstáculo que me impedía vivir el camino, el proceso. Si entre el pino y yo había una hora de camino me dí cuenta que en esa hora había dejado de vivir cosas e impresiones nuevas e importantes.

Hoy cuando oyes hablar a la gente sobre ciertas prisas en ganar partidos, de llegar a objetivos empresariales, o de momentos muy concretos que se pueden vivir a niveles de relaciones humanas, de pareja o de familia nos olvidamos de algo muy importante, de que los objetivos son importantes, pero las vivencias hasta llegar al objetivo más, pues duran más tiempo que el objetivo en sí mismo.

Lo importante es participar, porque hay quien llega y no ha vivido a tope el proceso, y al haberlo hecho así el objetivo carece de todo el valor y significado que puede tener en sí al punto de no valorar lo conseguido a a las personas que en ello han intervenido. Cuando se valora el proceso, el objetivo tiene mucha más importancia, pero por cada uno de los momentos vividos y de los pasos que se han tenido que dar. Lo importante es participar.


13/9/11

Clarificar los objetivos



No es difícil encontrase a personas que quieren conseguir "algo" y que no sepan que es ese "algo" y el "proceso" que para ello se necesita.

Esta mañana lo veía en una reunión de trabajo con gente que empieza su andadura en el mundo inmobiliario. Trabajar si tener claro lo que quieres conseguir te lleva a trabajar sin tino. Un pequeño ejemplo:

¿Cuánto quieres ganar mensualmente?
Tener claro lo que quiero ganar es importante, porque de ahí sabremos muchos otros pasos que hay que dar.
Si quiero ganar 3.000.00€ al mes, se que en el sistema que llevamos en nuestra compañía tengo que hacer, al menos, una transación entera de compra y de venta, es decir, tengo que tener la propiedad que se vende y al comprador que la quiere.
Pero se que un comprador no se decide por la primera casa que ve, por lo que tengo que tener al menos unas diez propiedades que entren dentro de sus objetivos. Por lo que la búsqueda de producto me lleva a indagar en un tipo determinado de propiedades para un tipo determinado de cliente.
Pero en el mercado no hay un tipo de comprador, y tal vez haya compradores que busquen cosas diferentes, por lo que tengo que abastecer mi cartera  con producto que pueda interesar a diferentes tipos de compradores. 
¿Cuántos llamadas y visitas tengo que realizar?
Un objetivo requiere tener una serie de pasos e ir consiguiendo saber que es lo que se necesita en cada momento para poder lograrlo. Hay que marcarse un número de llamadas telefónicas diarias, un número de visitas a propiedades nuevas diarias y, sobre todo, un compromiso de venta por parte del propietario. Hay unos objetivos cada día, cada semana, cada mes a los que hay que llegar para cualquier meta que te propongas en la vida. Si no cuantificamos y planificamos los objetivos a los que queremos llegar tal vez nos veamos caminando sin saber muy bien a donde.
Son otros muchos los detalles que hay que tener en cuenta, tales cómo precios, estado de la propiedad, etc. Pero lo importante es que, sea el objetivo que sea en nuestra vida, hay que preparar el camino para conseguir los objetivos. Y son los detalles, como si de una fiesta se tratara, los que hay que cuidar, los que hay que tener en cuenta, los que hay que trabajar y pulir en todo momento.

La suerte no viene porque sí, sino que es el producto de un trabajo bien elaborado, planificado y ejecutado. Es por lo que en el mundo de las relaciones interpersonales, del propio crecimiento personal, del trabajo o de cualquier objetivo que nos propongamos en la vida hay que ir elaborando los proyectos y trabajos de forma concreta, cuidando los detalles y consiguiendo los requisitos necesarios para obtener lo que uno desea conseguir.



 
 

12/9/11

Flexibilidad, como alcanzarla



La flexibilidad es un tema que considero importante a la hora de alcanzar objetivos. Quien no es flexible se puede encontrar con un par de problemas:

  • No alcanzar sus objetivos, ya que ante un obstáculo lo más probable es que nos encontremos con una actitud obstinada de querer hacer las cosas de una manera concreta. La obstinación conlleva a repetir los mismos procedimientos una y otra vez, por lo que los resultados tenderán a ser siempre los mismos. Decía Einstein que si quieres resultados diferentes, hay que hacer cosas diferentes, por lo que la flexibilidad nos lleva a una actitud muy importante, la adaptación a las circunstancias, y éstas nos llevarán a ser flexibles, a modificar lo que no da resultado y, por lo tanto a aprender.
  • Por otra parte la falta de flexibilidad nos lleva  a una terquedad en la que nos encerramos en nosotros mismos, en nuestras formas de ver la vida, las situaciones y ello nos impide, por lo tanto a crecer, a enriquecernos de lo que hay a nuestro alrededor y en las personas que caminan con nosotros. Por otra parte ésta actitud obstinada nos cierra a otro valor realmente importante en cada persona, la creatividad. Marcados en los mismos esquemas no potenciamos ni la mente creativa, ni el desarrollo personal, ya que el desarrollo es imprescindible para el crecimiento de uno como persona.
  • Las personas obstinadas corren un gran riesgo, dejar de lado al resto y, a la larga, el resto tiende a dejarlo de lado a él por su incapacidad de escucha y de de aprovechar los recursos que los demás le ofrecen, por lo que la tendencia es a quedarse sólo.
¿Cómo podemos ser flexibles?
  • Si realmente nuestros objetivos son importantes también lo es el poner todos los medios a su disposición y no tan sólo los de uno.
  • No somos los únicos que vivimos en éste planeta, somos parte de un mundo en el que existen otras personas. Reconocerlas y apreciar la riqueza que hay dentro de cada persona es expandir la de uno mismo.
  • La realidad la puedo ver desde un lado, un lado que puede ser muy subjetivo y por lo tanto un lado que tan sólo me permite ver parte de la verdad. Ver la visión de otros me ayudará a tener una visión más amplia y global de la misma vida y de lo que quiero alcanzar en ella.
  • La libertad es algo fundamental. El intransigente es víctima y esclavo de sus propias ideas, actitudes, métodos y formas de vivir. La libertad personal tiene que estar por encima de todo ello porque es siendo libres como podemos ver más claro y mejor y sin ningún tipo de condicionamientos.
  • Cómo en cualquier ejercicio físico la columna es el eje principal que tiene que mantenerse recto, tal y como los objetivos tienen que mantenerse claros y concretos.
  • La relajación también es importante, es la que nos permite pensar y abrirnos a otras realidades.
  • La inspiración es la que nos permite introducir aire nuevo y limpio en nuestros pulmones, un aire nuevos como lo nuevo que tenemos que introducir en nuestra manera de vivir, trabajar y relacionarnos con los demás.


9/9/11

Buscando los propios talentos



Pasamos por la  vida intentando ser como el más común de los mortales, diluirnos en el anonimáto de la vida y de la sociedad y al mismo tiempo sentir que somos alguien único y diferente a los demás. Pero obviamos que para vivir plenamente uno tiene que dejar su propia huella, esa impronta única que lo hace ser diferente a los demás. Eso es algo que tan sólo podremos hacer desarrollando los talentos que llevamos dentro y que, por desgracia, vamos dejando a lo largo de la vida.

Hoy hablaba con una persona al respecto que me decía que ella era tímida y que era consciente de que en la vida todo depende de uno mismo, que no puede esperar a que los demás les resuelvan las situaciones, pero que dado su carácter, ella no era capaz de tomar la iniciativa.

¿Como descubrir esos talentos que tenemos de forma natural dentro de nosotros? Hay dos formas, una acudiendo a los demás a que nos echen una mano y otra buceando dentro de nosotros mismos,

  1. Los demás pueden ayudarnos. Es simplemente cuestión de preguntar a nuestros padres, amigos, hijos o compañeros sobre aquello que destaca en nosotros y sobre lo que salemos hacer bien. Entre unos y otros pueden darnos una pincelada bastante grande y buena de aquello positivo que tenemos.
  2. Nosotros mismos tenemos respuestas más amplias y, posiblemente, más profundas. Es simplemente cuestión de guardar silencio y de comenzar desde la propia niñez hasta nuestros días. Cuando eramos niños hacíamos cosas de las que, posiblemente hoy, estaríamos sorprendidos. Juegos que hacíamos, iniciativas que tomábamos, formas en las que nos relacionábamos con los demás y que lo hacíamos de la forma más natural.
  3. Dentro de nosotros también podemos encontrar cosas en las que nos hemos viso involucrados en las que veíamos pasar el tiempo y no nos dábamos cuenta de ello. ¿Por qué? Simplemente porque lo que estábamos haciendo nos gustaba y nos identificábamos con ello: jugar al fútbol, a las muñecas o a cantidad de juegos en los que nos daba pena tener que dejarlos para entrar a clases o tener que irnos para casa. Eran actividades en las que no sólo participábamos, sino que desarrollábamos algún tipo de cualidad o valor: participación, destreza, paciencia, etc.
  4. ¿Por qué crees que te quieres o buscan tus amigos, jefes, vecinos o familiares? Sin quererlo ni beberlo cada día nos vendemos a los demás, les ofrecemos de forma inconsciente algo que necesitan y que lo encuentran en pequeña o gran medida en nosotros, Ahí encontramos también valores y talentos que sin querer o sin ser consciente de ellos los estamos viviendo.
¿Qué hacer con los talentos y con las cualidades? Eh ahí la gran cuestión. 
  1. Lo primero es ser consciente de que lo tenemos. Ser consciente de ello nos da el conocimiento de lo que tenemos en nuestra propia despensa personal y poder echar mano de ello en cualquier momento de necesidad.
  2. Lo segundo es tomar consciencia de cómo lo hemos utilizado en el pasado, de cómo lo podemos utilizar en el presente y de cómo podríamos hacerlo en aquello que queremos conseguir. A veces utilizar los recursos de formas diferentes nos ofrecen resultados diferentes. No siempre tenemos que utilizarlos de la misma forma, sino que tenemos que adaptarnos a las circunstancias.
  3. Lo tercero es que que muchas veces un talento puede llevarnos a otro nuevo. La paciencia, por ejemplo, puede llevarnos a afrontar nuevas situaciones con más entereza y con más esfuerzo, que son dos nuevas cualidades.
Lo importante es saber que no estamos vacíos por dentro, que la propia experiencia personal en la vida acumula grandes talentos y valores de los que podemos echar mano, incluso aunque no los hayamos utilizado desde hace tiempo, todo es cuestión de desempolvarlos del armario de nuestra vida y darle, así, una mayor profundidad y sentido a ésta.


8/9/11

Ubicarse



Alguien me pedía cierto tipo de ayuda en el día de hoy. La palabra que utilizó cuando le pregunté que tipo de ayuda quería de mí era de ubicarse. Se sentía perdida después de varios reveses que la vida le había dado. Muchas veces no es fácil ubicarse. Sentimos presión por todas partes, desde la propia situación personal, la familiar, la económica, la de los propios amigos, etc. En esos momentos la única voz que tal vez nos ayude a ubicarnos sea nuestra propia voz interior. Lo que sucede es que nos cuesta escucharla, tal vez entenderla y quien sabe si aceptarla.

¿Cómo escuchar nuestra propia voz interior?

Lo mejor sería desconectar absolutamente de todo para encontrarnos con nosotros mismos. Cuando hablo de desconectar me refiero no tanto a irme físicamente del lugar donde me encuentro sino más bien el de olvidarme de todas esas presiones que me zarandean de un lado a otro. Hay frases que oímos y que se convierten en imperativos que nos condicionan. La gente espera de nosotros y muchas veces nosotros queremos cumplir las expectativas que tienen de nosotros. En términos laborales tal vez sea bueno, aunque no siempre debemos vivir esclavos de lo que los demás esperan de nosotros.

Imagínate por un momento que te queda una semana de vida: ¿qué cosas harías? Es una pregunta tonta, pero no deja de ser una pregunta importante porque muestra lo que desde dentro estamos buscando, anhelando y deseando. Es una manera de comenzar a escuchar esa voz interior. La forma en que aprovecharía todos y cada uno de los minutos de esa semana nos muestran una serie de valores, de sentimientos y de experiencias que nos gustaría tener. Eso nos ayuda  a comenzar a ubicarnos. Valores, sentimientos y experiencias nos permiten vislumbrar cosas que deseamos vivir. Ahí, muy posiblemente, está el sitio en el que queremos estar en la vida.

Aparecerán aspectos personales, lúdicos, familiares, laborales, comunicativos, sentimentales, etc. Todo es cuestión de estar atentos, vislumbrarlos, reconocerlos, valorarlos y responde a una pregunta: ¿Qué significan todas esas cosas en mi vida? ¿Qué ocurriría en mi vida si realmente pudiera vivir todo eso? ¿Qué cambiaría? ¿Qué aportaría a mi vida, a mi persona, a mi alrededor?

Hay otra experiencia que no deja de ser interesante que tanto Tony de Mello como Stpephen Covey nos comentan y es la de situarse en tu propio ataúd en día de tu muerte. Eres consciente de todos aquellos que vienen a darte el último adiós. Tu puedes escucharles, pero no puedes hablarles,, no puedes moverte. Entre la gente se haya la familia directa: pareja, padres e hijos. También se encuentra la familia extensa, hermanos, primos, tíos. Se encuentran muy cerca los amigos íntimos y no tan íntimos,  vecinos, compañeros de trabajo, etc. Eres consciente de todo lo que están hablando sobre tí, pero como te digo, no puedes ni hablar ni hacer gestos. ¿Qué te gustaría que dijeran de ti todos y cada uno de ellos?

La muerte es una experiencia dura pero inevitable y parece ser que cuando llega el momento hacemos un balance de nuestras vidas, de útiles o inútiles que han sido. Situarse una semana antes de la propia muerte o en el mismo ataúd tal vez nos ayuden, dejando a un lado el tono funesto, a saber cual es el lugar que queremos tener en la vida, es el lugar en el que tenemos que ubicarnos, porque lo triste es que llegue el día en que tengamos que vivir esa experiencia y miremos nuestras manos vacías o los trenes que hemos dejado pasar de largo. No es que sea el ultimo trago de la vida, pero si un trago que resume los tragos que hemos tenido que vivir, unas veces con sentido y otras sin él.


7/9/11

Viviendo al límite



Vivimos en tiempos de crisis. Hay quien lo lleva mejor y quien lo lleva peor. ¿Es posible llevarlo con entereza, tranquilidad y el equilibrio necesario para alcanzar lo que persigues? Las reacciones pueden ser varias, desde tirarse de los pelos, maldecir la vida misma, desquitarse con el que vive a tu lado o, por el contrario, llevarlo con toda la tranquilidad del mundo. ¿Dónde radica la diferencia?

Piensa por un momento en un artificiero que tiene desactivar una bomba lapa que un terrorista le ha puesto a una persona. Es algo real, algo a lo que tiene que enfrentarse y, en muchas ocasiones, con éxito un artificiero. Dos vidas están en peligro. ¿Qué recorre la mente del responsable de desactivar la bomba?

Fíjate, si quieres, en un bombero. Casa en llamas, gente dentro de ella a la que rescatar, peligro de derrumbes o explosiones y un trabajo que realizar. Tensión, estrés, miedo, etc. Pero entereza y seguridad a la hora de afrontar el trabajo.

Son dos situaciones límites de las muchas que podemos encontrarnos por la vida día a día. Sin duda alguna todos vivimos situaciones límites, tal vez no sean tan extremas como las expuestas, pero que condicionan nuestras vidas. Situaciones de tipo económico en las que tenemos que alimentar a unos hijos; situaciones de paro laboral en las que nuestro futuro se puede dibujar de color negro; situaciones de vida en común donde los malos entendidos pueden arruinar cantidad de sueños depositados.

Desde las canciones populares que nos recuerdan constantemente que no somos nadie sin la persona amada, hasta una debacle en la autoestima por no poder tener un puesto de trabajo, pasando por situaciones que cuestionan nuestra propia identidad persona, tenemos que vivir la vida y muchas veces sin esa actitud del bombero, artillero, médico...., para quienes lo importante no es el peligro que tienes en frente tuya, sino el gozo de saber que estás haciendo algo que da sentido a tu vida.

La tranquilidad viene dada no de los resultados que podamos obtener, sino de lo que hacemos en sí. Seguridad en nosotros mismos, confianza en lo que hacemos, el sentido que le damos a lo que realizamos, conocimiento de lo que podemos lograr. Todo ello nos da algo importante: tranquilidad y equilibrio para saber vivir el momento y tomar las decisiones oportunas, pero sobre todo para tener la mente abierta a cualquier oportunidad que hasta el momento no veíamos.




6/9/11

El síndrome del impostor



Siempre hay alguien que se acerca a mi hija y le dicen: "Hay que guapa eres", y ella sin más, sin sonrojarse y sin vergüenza alguna contesta: "Gracias".

Me ha llamado la atención desde hace años, ahora tiene tan sólo ocho. ¿Por qué me llama la atención? Sencillamente porque han quien bajo la apariencia de humildad no es capaz de reconocer lo que vale, lo que lleva dentro de sí o, simplemente, lo que es como persona. De ahí nacen muchas de las inseguridades con las que batallamos en la vida, hasta el punto de que podemos ocupar cargos a nivel laboral que nos pueden hacer sentir competentes y que, debido a esa inseguridad y falta de autoestima, hacen que nos sintamos realmente frágiles e inseguros.

Podemos recibir mil y un cumplidos, cantidad de halagos, multitud de reconocimientos y dentro de nosotros podemos sentir un vacío, una inseguridad y un sentimiento que lo que hemos logrado hasta el momento en la vida no ha sido gracias a nuestra propia valía. ¿Resultado? Lo dicho, inseguridad y lo que es peor, un buen grado de insatisfacción personal.

Recuerdo una vez que a una muchacha joven, de unos quince años, le propuse ante una situación que ella me confiaba que buscara diez valores en los que ella destacaba. Le dije que luego de encontrarlos le diera gracias a Dios y a la vida en sí. Al cabo de una tres horas volvió a donde yo estaba y me confió que no había encontrado ninguna cualidad en ella. 

Es más fácil encontrar defectos, dentro de uno y de los demás, que virtudes. Lo digo en serio. Si nos proponemos encontrar virtudes dentro de nosotros tardaremos en hacer una lista decente. Si, por el contrario, buscamos defectos la haremos a velocidad supersónica.

¡Que importante es valorar las pequeñas cosas que hacemos y que tenemos! Cada pequeña cosa forma parte de nuestra realidad y es un pequeño eslabón de nuestra grandeza. Apreciar nuestras cualidades y nuestro esfuerzos, por muy naturales y simples que sean, es agradecer la grandeza que hay dentro de nosotros. ¡No todo el mundo tiene la virtud de sonreír, de escuchar, de hablar, de esforzarse, de ser sensible, puntual, responsable........

Hay pequeñas cosas inapreciables para nosotros pero que si faltaran formarían un gran vacío en nuestra vida. Y tenemos una gran riqueza dentro de nosotros.

Una pequeña prueba. ¿Serías capaz de hallar en ti cincuenta aspectos positivos de tu forma de ser? ¿Y que tal si te propongo que encuentres otras cincuenta que desarrollaste en el día de ayer? Lo digo porque a lo largo del día caminamos e interactuamos, y en el transcurso de ello vivimos destrezas naturales en nosotros.

Un carpintero, por ejemplo, maneja con destreza el martillo, cosa que para él posiblemente sea natural, mecánico y sin importancia. Pero, ¿verdad que para quienes no lo manejamos se convierte en algo realmente práctico, valioso y útil? Para él pasa desapercibido, para otros no. Lo mismo pasa en nuestras vidas, hay cosas que pasan desapercibidas y que, al no valorarlas, nos hacen sentir mal.

Bucea en el día a día y alégrate de quien eres. Y da gracias de ello. Sí, reconócelo y da gracias de ellos.


5/9/11

Pozos que no dan



Llevo unos días escuchando, y por boca de diferentes personas, una frase que puede condicionar mucho los objetivos, las metas y los ideales de la personas, especialmente de los más jóvenes: "De donde no hay, no se puede sacar".

Cuando la he oído siempre ha sido en un contexto peyorativo. Y como la he escuchado varias veces en el transcurso de la semana pasada me han venido a la mente cuán equivocados podemos estar y, al mismo tiempo, cuánto daño podemos hacer.

¿Equivocados? Nada más lejos que comprobarlo con la misma vida y la misma ciencia. ¿Cuántos inventos no se han llegado a realizar cuando la mente humana los hacía imposibles? El avión, las naves espaciales, medicamentos, etc. Pero una de las cosas más alucinantes puede ser como en sitios carentes de agua, los desiertos, ha habido gobiernos que los han convertido en auténticos vergeles donde se han llegado a cosechar ingentes cantidades de productos alimenticios, y a veces con un simple sistemas de riego de goteo.

Por otra parte se han llegado a realizar experimentos a nivel psicológico donde se ha engañado a profesores diciéndoles que los alumnos a quienes iban a enseñar eran superdotados, cuando en realidad la media de los niños era realmente baja, mientras que a otro grupo de profesores se les ha dicho que los niños a los que iban a enseñar eran de un nivel de inteligencia bastante bajo, cuando en realidad eran superdotados. ¿Resultado? Los que eran de nivel bajo experimentaron un avance más que notorio, mientras que los superdotados experimentaron un retroceso muy considerable.

Nuestros prejuicios sobre nosotros mismos o sobre personas con las que convivimos o trabajamos hacen que nos tratemos a nosotros mismos de una manera más positiva o negativa, así como a las personas que nos rodean. 

El cariño, el amor, el interés, el entusiasmo y la credibilidad hacia nosotros mismos o hacia los que viven a nuestro alrededor pueden hacer que logremos o logren resultados excelentes o, en el peor de los casos, que caigan una muy baja autoestima que los lleve a hundirse en el fracaso.

Fe en la personas, en lo que hay dentro de ella, como persona humana como tal, y en lo que la personas puede llegar a ser y a conseguir son las bases para poder lograr aquello a lo que aspiramos o a lo que aspiran aquellos que rondan cerca de nuestra vida. Creer en uno mismo, en la persona como sí, nos ayuda a levantar vuelo y sobre todo a volar más alto.

¿Creemos en nosotros mismos? ¿Creemos en las posibilidades de los que nos rodean? Lo importante es que no podemos quedarnos en las apariencias. Todos y cada uno de nosotros, y a lo largo de nuestra trayectoria en la vida, hemos sido capaces de realizar pequeños y grandes logros. Nuestra responsabilidad es reconocer en nosotros mismos, y ayudar a que otros reconozcan en ellos mismos, esos pequeños o grandes logros, que nos son mera teoría, sino parte real de la vida de cada persona. A partir de ahí tan sólo queda un camino: potenciar lo ya vivido y utilizarlo como trampolín para conseguir otras cosas.

A nivel práctico, ¿cuáles son los pequeños y grandes momentos en los que has conseguido algo, o en los que viven a tu lado han conseguido algo? ¿Cómo pueden esos momentos ya vividos ayudarte o ayudar a otros a vivir nuevas y mejores realidades? 


2/9/11

Sueños y metas




Alguien decía que la diferencia entre un sueños y una meta es que las metas tienen una fecha, los sueños vagan sin concretarse. Y es ciertamente interesante, porque la realidad es que muchas veces tenemos ilusiones a las que no les ponemos una fecha, por lo que están ahí esperando a que la suerte venga sobre ella y puedan cumplirse. Lo peor de todo es que nadie mueve un dedo por uno, gracias a Dios, y los sueños se quedan en eso, en meras ilusiones.

Hace un par de días el portavoz del gobiernos se marcaba unas cifras de creación de empleo juvenil. Decía que dar una cifra no quería decir que se pudiera conseguir llegar a ella, pero que sí marcaba una meta por la que había que luchar y por la que ponerse en camino. 

La diferencia entre una meta y un sueño es precisamente el concretar lo que se quiere. Divagar no lleva a nada. Concretar fechas, números, objetivos, etc hace que toda la maquinaria se ponga en marcha y trazar una linea de acción Es precisamente la acción lo que diferencia el sueño de las metas. Nos marcamos algo y vamos marcando pasos, pequeños objetivos a alcanzar, acciones a desarrollar.

No es lo mismo querer adelgazar, que ponerse un objetivo de llegar a pesar tantos kilos. Si quieres adelgazar y no tienes un punto de referencia de a donde quieres llegar, ¿cómo sabes cuánto tienes que adelgazar cada día, semana o mes? ¿Cómo sabes el plan que tienes que llevar a cabo?

Lo mismo nos sucede a la hora de decir: "quiero ser feliz" Todos queremos ser felices pero, ¿cómo soy feliz? ¿Cómo puedo llegar a serlo? ¿Qué necesito hacer o vivir para sentirme bien? ¿Cuándo voy a comenzar a hacer esas cosas que me hacen feliz?

Sueños y metas, cosas importantes en la vida de cada día, pero que si no se concretan con fechas, acciones y pasos a dar se quedan en meras ilusiones que no reportarán los beneficios anímicos, económicos, empresariales o de crecimiento personal que nos marcamos. Es por ello que nunca debemos dejar a un lado las preguntas esencias que nos ayudarán a conseguir y alcanzar las metas;

  • ¿Que quiero conseguir o alcanzar?
  • ¿Cuando quiero conseguirlo? Poner una fecha.
  • ¿Cómo puedo lograrlo?
  • ¿Cuáles serán los primeros pasos a dar?
  • ¿Con qué medios puedo contar dentro de mi mismo?
  • ¿Quienes han conseguido un sueño o meta semejante?
  • ¿Cómo lo han conseguido?

Caminante no ha camino, se hace camino al andar........


1/9/11

El árbol que no deja ver el bosque



Vivimos muchas veces con prejuicios. Lo peor de todo es que muchas veces nos dejamos, incluso, llevar por una primera imagen. De hecho de que una imagen vale más que mil palabras. También hemos oído decir, y posiblemente experimentado, que hay personas que se nos han metido entre ceja y ceja, situaciones que se nos atragantan y generalizaciones que nos hacen tomar decisiones erróneas, actitudes equivocadas y que a la larga nos hacen sentir que la vida no nos da lo que nos merecemos.

Hay una realidad, y ésta es que somos seres limitados. Todos cojeamos de algún pie. Pero lo importante es que el pie no se meta delante de nuestros ojos de tal manera que nos impida ver la realidad, y que la espina no se nos quede a mitad de camino en la garganta de manera que estropee lo que estamos degustando.

Una de las cosas que decía Tony de Mello es que debemos separarnos afectiva y emocionalmente de las situaciones e incluso de las personas. Las emociones juegan un papel muy importante hasta el punto de que no nos dejan tomar decisiones de forma libre. ¿Cómo hacerlo?
  • Imagínate que estás en un balcón viendo lo que sucede en tu vida, ahí abajo. Tu, simplemente, eres una tercera persona que no tiene ni arte ni parte. Eres un mero observador que simplemente contempla todo lo que pasa en las personas que está viendo. Ve las actitudes, tanto las de un lado como las de otro. ¿Qué consigues con ello? Separarte emocionalmente, ser un poco más independiente y objetivo, ver a la otra parte, sus razones y aspectos positivos que pueden aportar algo a mi vida y a la situación que estoy viviendo.
  • Intenta ahora alejarte un poco más del problema e intenta englobarlo dentro de un contexto mucho mayor. ¿Qué lleva a las personas a llegar a estas situaciones? No te quedes con una sola respuesta. Intenta dar cuantas más mejor. Échale un poco de imaginación. Cuántas más respuestas, más amplitud y más luz puedes poner en la situación. Todos tenemos mil y un motivos, conscientes o no, que nos impulsan a actuar de una manera determinada en situaciones concretas, desde un mal entendido, a un dolor de muelas o a una situación económica.
  • A medida que te alejas desde el balcón de la situación hay una pregunta que puede poner mucha más luz a lo que estamos viviendo: ¿Qué dice de mí y de la otra persona, o personas, la situación que estoy viendo? ¿En que me ayudar a conocerme y a conocer? ¿En que puedo crecer? ¿Qué carencias muestra de mi?
Hay algo muy claro, salirme de la situación desde un punto de vista emocional me da un mayor control sobre la situación en sí misma, me da una mayor capacidad de respuesta, me permite conocerme mucho mejor a mi mismo y se torna una experiencia enriquecedora.

Siempre me ha llamado la atención un pasaje del Evangelio que nos ayuda a buscar diferentes perspectivas. Zaqueo era bajito, no podía ver a Jesús. ¿Qué hizo? Cambiar de perspectiva, subirse a ur árbol. La vida es tan sencilla como abrirse a nuevas perspectivas. ¿Y al paralítico que no podían llevar hasta Jesús porque la casa estaba abarrotada de gente y la entrada estaba taponada? No se le ocurrieron otra cosa, más complicada que nada, que subirlo en la camilla hasta el techo y desde ahí bajarlo hasta donde estaba Jesús. ¿No será que el árbol nos impide ver el bosque, las emociones la realidad y los sentimientos la objetividad?

Alejarnos, aunque nos llamen fríos o calculadores, siempre será una actitud más imparcial, objetiva y libre. Y las mejores decisiones sobre nuestra vida son las que tomamos libremente, alejados de odios y venganzas, de forma objetiva y constructiva.


31/8/11

Momentos de eleccion



Me llamó porque quería vender su piso. Necesitaba venderlo y por ello decidí ir a visitarla. Dentro de mí había algo que me decía que me iba a encontrar con un gran handicap, el precio de venta. Así fue, cuando me dijo el precio en el que quería vender, no tuve más remedio que decirle la verdad. Llevaba más de dos años intentando venderlo al mismo precio. Dos años sin éxito y en todo este tiempo los precios habían seguido bajando, por lo que no era posible vender en ese precio.

Le pregunté los motivos de la venta. La respuesta era la más normal en estos días: me siento ahogada, vivo para pagar las deudas, no tengo tiempo para descansar no para viajar. Necesito vivir, ahorrar dinero, pensar en mi futuro....

¿Por qué no vendes mucho más bajo?, le pregunté.

No puedo, necesito dinero para comprarme algo más barato. No quiero pagar préstamos toda mi vida, me comentó.

Pero si vendes al precio que pretendes, no lo venderás y cada años estarás dejando de ahorrar unos 6.000.00€, le dije.

Pero esta casa cuesta mucho más, replicó ella.

Costaba mucho más en su tiempo. Ahora en tiempo de crisis, cuesta menos, asentí. Y, ¿qué es mejor? Vivir ahogada defendiendo unos ladrillos o vender más barato, vivir un tiempo de alquiler, desahogada y a la espera de una oportunidad, ¡que las habrá!, y comprar algo más adecuado a tu situación, le comenté.

Su mirada parecía examinar la propuesta. Entendía que tenía que elegir entre vivir para pagar préstamos o vivir para aprovechar la vida al máximo y disfrutarla.

Se quedó pensativa y me pidió un par de días para consultar con su hijo. La saludé y quedé en hablar nuevamente con ella en un par de días.

Y la pregunta se quedaba en el aire: ¿Trabajar para vivir? ¿Vivir para trabajar? ¿Para qué vivimos realmente? ¿Qué buscamos en la vida?


30/8/11

Cruce de deseos



Todos vivimos una contradicción de deseos en nuestras vidas. Por una parte queremos dejar de fumar, pero por otra sentimos esa extraña tentación de llevarnos un cigarro a la boca para calmar nuestra ansiedad. También hay momentos en los que queremos llevar una vida sana para mantener el colesterol o el azúcar a raya, pero tenemos esa extraña sensación de comodidad que nos lleva a no caminar, a comer lo primero que se nos pone a tiro o a saltarnos cualquier tipo de dieta que mantiene nuestra salud de forma equilibrada. Lo mismo nos pasa con los sentimientos, amamos a una persona al mismo tiempo que podemos odiarla con todas nuestras fuerzas. Queremos y a la vez no queremos, o no podemos.

La clave es hacia donde dirigimos la mirada, nuestras ideas, sentimientos y pensamientos. A la hora de dejar un hábito, una costumbre o una persona tenemos una tendencia a alimentar nuestra mente con el sentimiento de "lo que dejamos", mientras que nos olvidamos de alimentar y visualizar aquello que queremos alcanzar. La pregunta del niño al jefe indio, que les explicaba que dentro de él había dos lobos que se debatían entre si, de quien ganaría ese combate entre el amor, la paz, el perdón y el odio, el rencor o la soberbia, tenía un claro vencedor según el viejo indio: la batalla la ganará aquél que más alimentes.

Si el sentimiento de partida, de fracaso, de dolor encuentra en nosotros un nido en el que es alimentado, lo más lógico es que esos sentimientos prevalezcan en nuestra vida. Si el sabor de chocolate adquiere más fuerza que el sentirme sano y pleno, así como el sentimiento del cigarro nos da más tranquilidad, que la misma tranquilidad de ser libres de esos sentimientos que nos obligan a fumar, lo lógico y natural es que una y otra vez eche manos del cigarro. Amo a una persona, pero mi mente se fija una y otra vez en los detalles que me han herido. ¿que hago? Separarme emocionalmente de la persona. Le doy más importancia a las heridas del pasado que a la vida y a la salud del presente.

El camino hay que recorrerlo, ¿cómo?

  1. Alimentando los sentimientos positivos. Si me fijo más en los beneficios que voy a obtener, que en los sentimientos que me impiden ser, lo más seguro es que los deseos positivos tendrán un lugar mucho más prominente en mi propia vida.
  2. Visualizar a donde quiero llegar, lo que quiero ser y lo que quiero sentir me ayudará mucho más que rememorar, quejarme o machacarme por estar donde estoy y de donde no puedo partir. Nos centramos más en lo que no queremos que en lo que sí queremos. Olvidemos lo que no queremos y centrémonos en lo que sí. Esto hará que lo positivo ocupe mucho más lugar y tiempo en nuestra mente.
¿Qué alimentamos más en nuestro interior, lo que SI queremos o lo que NO queremos? Quien mira para atrás constantemente se convertirá en estatua de sal. Una frase muy realista y fuerte de Jesús nos puede dar una cierta pauta: "Dejad que los muertos entierren a los muertos" Nada mejor que desprenderse de lo negativo y que lo negativo se encargue de la parte fea. Deja que entren en lucha entre ellos. Tu lucha por lo que SI quieres. Es una lucha y un estilo de vida que si merece mucho más la pena.


29/8/11

El deseo escondido



Todos tenemos deseos pero, ¿sabemos que se esconde o que hay detrás de cada deseo? ¿Es importante saberlo? Tal vez sí porque detrás de los muchos deseos se esconden muchas insatisfacciones que en la mayoría de las ocasiones nos dejan igual o peor de lo que estábamos anteriormente. 

El deseo intenta satisfacer una necesidad que podemos tener dentro de nosotros. Si no satisfacemos la necesidad real lo único que conseguiremos será el intentar, una y otra vez, aplacar la sed interior que podemos tener, al mismo tiempo que incrementaremos la ansiedad por satisfacer dicha necesidad.

Los ejemplos los tenemos muy a la mano: estar al día en todos los aparatos electrónicos, comer hasta la saciedad para calmar los nervios, la compra compulsiva de cosas que no necesitamos, el tabaco, el alcohol, la droga, los juegos de azar, el sexo, etc. ¿Qué buscamos detrás de todo ello?

Unas veces podemos encontrar dentro de nosotros que necesitamos comunicarnos y no somos capaces de hacerlo. Ello revela un problema dentro de nosotros mismos de comunicación con los demás. Hay quien necesita llenar los espacios con cosas, tal vez como reflejo del vacío que pueda sentir dentro de sí mismo. Hay quien busca estar dentro de un status social diferente al que se encuentra y por ello busca caminos de aparentar lo que no es.

Nada hay que mirarse al espejo y de ser sincero a la hora de sentir esos impulsos de satisfacer todo el tipo de necesidades que tenemos. Mirarnos al espejo para vernos, de forma sincera, tal y como realmente somos. Y la segunda averiguar que es lo que hay dentro de esa necesidad que intentamos satisfacer. Si necesito imperiosamente fumarme un cigarro, ¿por qué siento esa necesidad? ¿qué me tiene ansioso? ¿que tendría que ocurrir para no tener que sentir esa necesidad? Éste puede ser un simple ejemplo.

Falta de aceptación, de integración, de desarrollo de un trabajo a realizar, de comunicación con los demás o de muchos miedos o complejos que hay en nuestro interior son las necesidades a satisfacer y no los medios en cómo lo solemos hacer.

Si me cuesta comunicarme con otra u otras personas, ¿por qué en vez de echarme un cigarro o cualquier otra cosa al cuerpo que palía esa necesidad por momentos, no hablamos y comentamos la necesidad real que tenemos? ¿por qué no nos visualizamos resolviendo el problema de mil y una maneras diferentes? 

Mientras hay deseos, generalmente compulsivos, de nos dominan, ¿por qué no tomamos nosotros la iniciativa de dominarlos nosotros a ellos? Y la mejor manera de dominarlos es enfrentándonos a las necesidades reales y ponerlas como objetivos reales en nuestra vida, porque lo demás serán medios de huida y de no afrontación de la realidad.


26/8/11

El niño que llevamos dentro



La creatividad se esconde tras el aburrimiento, leía hoy en Facebook. Y no deja de ser verdad, aunque no siempre sea la condición indispensable para ello.

Apágale a un niño la televisión y verás como por un par de minutos anda quejándose de que se aburre y de que no tiene nada que hacer. Al cabo de diez ya lo tienes imaginándose cosas, hablando solo o inventándose cualquier tipo de juego. No hay nada, pues, como el aburrimiento como para dejar que las cosas fluyan en la cabeza y pasen luego a la acción.

Si bien el aburrimiento puede ser la puerta de la creatividad también lo puede ser del hastío, del sinsentido de la vida. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué unos se lanzan a pensar e imaginar mientras que otros se quedan de brazos cruzados?

Todo depende del sentido que le demos a la vida, un sentido que muchas veces se puede ver condicionado desde pequeños cuando recibimos la orden de "No hagas ésto, no hagas lo otro, etc."

El niño es imaginativo, libre, creador y se inspira en cualquier cosa para vivir y hacer de la vida algo divertido. ¿Dónde está nuestro niño interior?


25/8/11

La creatividad empieza por......



¿Qué pasaría si hoy comenzara a hacer cosas de formas diferentes? Somos animales de costumbres. Nos sentimos cómodos haciendo día tras día las mismas cosas y de las mismas formas. Piensa sino....
¿Cual es tu ritual a la hora de levantarte?¿Y tu ritual a la hora de desayunar?¿A que ocupad siempre el mismo sitio en la mesa?¿Y a que la ruta al trabajo suele ser la misma?¿No será que sucede lo mismo con la mente y nuestros diálogos internosxson siempre los mismos?

Y me pregunto yo sobre que pasaría si....
Me levanto de formas diferentes....O si cambio mis menús de desayuno....O si cada día ne siento en lugar diferente en la mesa...O si cambio de ruta cada día....O si mi llegada al trabajo la hago de diferentes formas.....

Tal vez desconcierte a algunas personas.
Quizá me sienta extraño o incomodo.
Tal vez crean que ando mal de la cabeza.

Lo que si es seguro es que no me instalaré en formas y actitudes que se anquilosan en ni mente o en mis formas de actuar. Es probable que me de nuevas oportunidades de aprender de la misma vida, de lo diferente que observo y de lo diferente que puedo hacer.

La creatividad se produce cuando rompemos con lo de siempre y nos lanzamos a lo, simplemente, nuevo y diferente. La creatividad aparece y se desarrolla cuando, simplemente, experimentamos cambiando el orden de las cosas, de los muebles, de las recetas, de la manera de relacionarnos con los demás.

La creatividad comienza cuando nos atrevemos a ser diferentes y a intentar ser nosotros mismos, algo más allá de lo que hemos repetido hasta la saciedad y muchas veces sin tan siquiera entenderlo y asumirlo.


24/8/11

Saber elegir



Hay situaciones de la vida en lascare parece que las personas estan predestinadas a elegir malas compañías, nefastos negocios y una constante inclinación al fracaso.

En una ocasión una persona me comentaba su preocupación por las amistades con las que acababa siempre su hijo. De los colegios en los que había estado siempre acababa rodeado de las peores compañías.

En otra ocasión alguien me comentaba su mal tino para los negocios y trabajos. Siempre, o casi siempre acababa fracasando. Buscaba una y otra vez respuestas que no solía encontrar. Un sentimiento de gafe atravesaba y se instalaba en su mente.

¿Te has dado cuenta de que en muchas ocasiones nos centramos en nuestras limitaciones, en los aspectos negativos o en las pegas que le vemos a las cosas? Incluso nos sucede que nos halagan por algo y, en medio de una falsa humildad, no somos capaces de reconocerlo, de agradecerlo y de saber vivirlo. Nos ofuscamos a creer que somos mediocres, por no decir malos.

La vida y el éxito en ésta consiste en saber elegir bien. 

  • Elegimos bien cuando nos orientamos hacia lo que queremos.
  • Elegimos bien cuando nos rodeamos de gente que quiere alcanzar lo mismo que nosotros.
  • Elegimos bien cuando creamos las circunstancias que allanan los caminos hacia nuestros objetivos y metas.
  • Elegimos bien cuando vemos ante la dificultad retos que nos proponen avanzar en nuestro camino en vez de arrojar la toalla.
  • Elegimos bien cuando somos capaces de descubrir más elementos positivos que negativos en aquello que rodea.
  • Elegimos bien cuando sabemos aprovechar las circunstancias para seguir construyendo nuestros sueños.
  • Elegimos bien cuando todas y cada una de las decisiones que tomamos no pierden las perspectiva de lo que queremos alcanzar. Nuestras decisiones se toman no en base a emociones, sino en base a motivos y objetivos que dan sentido a nuestra vida.


La vida es una constante elección en la que irremediablemente tenemos que saber elegir bien. A lo largo del día tomamos decisiones, en cosas importantes o en intrascendentes. ¿Con qué perspectiva las tomamos?



23/8/11

Yo decido



Hay días en los que no te apetece trabajar. Miramos por la ventana y la falta de luz, el día nublado, la lluvia o el frío no invitan trabajar o realizar aquello que te gustaría hacer. Es uno de esos días en los que decimos que nos gustaría estar metiditos en la cama, viendo la tele y tomándonos un chocolate con churros. Días de éstos los hemos tenido todos. Reconocer que muchas veces sucumbimos ante las apariencias del día es reconocer que muchas veces dependemos de factores externos a nosotros para actuar, lo que es lo mismo que decir que las riendas de nuestra vida no las tenemos nosotros, sino factores externos. ¿Qué hacer?

El día y los factores externos no podemos cambiarlos, pero sí podemos cambiar nuestra actitud hacia esos factores. Ante la lluvia, por ejemplo, podemos tener una actitud reservada o la del niño que alegremente va pisando y con fuerza todos y cada uno de los charcos que se va encontrando por el camino independientemente de como van quedando sus pantalones. Podemos tomar una actitud de reserva, una actitud juguetona o una actitud de desafío. Nosotros somos los responsables únicos no de lo que hay frente a nosotros, pero si de como actuamos frente a lo que nos sucede.

Si nuestra actitud es positiva; los resultados serán positivos. Si nuestra actitud es negativa lo más probable es que los resultados también lo sean. No podemos cambiar las circunstancias, pero sí la manera de como afrontarlas, y al cambiar las formas de enfrentarlas podemos cambiar no sólo los resultados sino también los sentimientos y emociones que vamos sintiendo mientras lo vivimos.

Hay momentos en la vida en los que nos empeñamos en que las cosas sean única y exclusivamente cómo queremos. Nos cerramos en banda a otras maneras de hacer las cosas, y con ello a vivencias nuevas y muchos más positivas, así como a la consecución de lo que queremos.

Darme cuenta de que depende tan sólo de mi el cómo afrontar cada día, cada circunstancias, cada situación y cada contrariedad me hace sentirme dueño de mi propia realidad y de cómo yo la quiero vivir. Dejarme llevar por las circunstancias, por lo que veo y encuentro frente a mí, es permitir que los hechos sean los dueños de mi forma de responder a los mismos, quitan mi libertad de decidir lo que yo quiero y como yo quiero vivir.

La actitud mental positiva me da precisamente eso, elegir como vivir y enfocar mi vida hacia lo que yo, simplemente, quiero.


22/8/11

El éxito es una decisión



Aunque parezca un poco fuerte decirlo creo es el éxito es el resultado de una decisión más que de el azar o suerte. Y si me apuras a decirlo es el resultado de una buena decisión, una decisión basada en una actitud mental positiva.

En la vida mantenemos, por lo general, dos actitudes un tanto diferentes. La actitud reactiva o la actitud pro-activa. ¿Cuál es la diferencia entre una y otra?

En la actitud reactiva, por lo general, reaccionamos ante los estímulos que se nos presentan. Las reacciones pueden ser conscientes o inconscientes, deliberadas o no. Pero lo que sí es cierto es que obedecen, por lo general, como respuestas a situaciones inesperadas de la vida. Por lo general a través de las reacciones intentamos defendernos de posibles daños.

La actitud pro-activa es, en cambio, una toma de decisiones orientadas no a la defensa de unos daños que podamos tener sino a unos retos que se presentan frente a nosotros en un momento determinado. Aunque el posible daño está presente lo que prevalece es la meta y el objetivo que uno tiene en mente.

Mientas la actitud reactiva puede llevarnos a mil y una justificaciones, disculpas, lamentaciones o complejos de víctimas, la actitud pro-activa nos lleva a sentirnos responsables y a ser dueños de la situación. Las lágrimas, los infortunios y las lamentaciones da paso a un sentimiento de responsabilidad y de sentir el reto de seguir adelante buscando nuevos caminos por los que transitar.

Un pequeño ejemplo lo vivía ayer hablando con una persona que desde pequeña ha querido estudiar medicina. Las notas y la situación económica la tienen medio parada a la hora de poder cursar los estudios de medicina. A medida que iban saliendo aspectos de su actual situación había elementos naturales en ella que estaban dormidos y no estaban siendo utilizados para conseguir el fin de estudiar, sino más bien como pasatiempos. Concretamente hablo de su gran cualidad de hacer dibujos a carboncillo, dibujos que le salen bien y que les gusta a las personas allegadas. Sin dar muchos pormenores de la conversación mantenida con ella vi como se le iban abriendo los ojos a encontrar que a través del carboncillo y del buen hacer dibujos de ella se le abrían ciertas puertas que hasta ahora la veía cerradas, sobre todo cuando se podían conectar de forma clara con el negocio de su padre, la zona turística en la que vivimos durante todo el año, y otras puertas que se abrían.

Cuando reaccionamos, por lo general, no pensamos. La mente se embota y somos presa de la emociones y de los estímulos espontáneos que tenemos.

Cuando actuamos de forma pro-activa, el pensamiento tiene su lugar.
  1. Tenemos presente lo que queremos conseguir.
  2. La mente se abre a buscar alternativas.
  3. Crece el sentimiento de responsabilidad en vez inculpar a otros o a la vida.
  4. Asumimos la realidad como un reto y no como una desgracia insuperable.
  5. Encontramos sentido a lo que tenemos que hacer.
Es por ello que el éxito es el resultado de decisiones, y nunca mejor de buenas decisiones, siempre enfocadas a objetivos y de un sentido de la vida que nos invita a proseguir el camino, aunque a veces sea de forma diferente.





19/8/11

Los tres pilares de éxito



Hay tres pilares fundamentales a la hora de alcanzar el éxito en las tareas que nos proponemos en nuestra vida: actitud, motivación y actitudes positivas con el entorno que nos rodea. Si realmente cultivamos estos tres elementos el éxito estará tocando a nuestra puerta. El éxito no llega por casualidad, sino que es más bien el fruto de unas actitudes y circunstancias  que nosotros creamos.


  1. La actitud es fundamental. El 85% del éxito o fracaso de lo que conseguimos en la vida se debe a la actitud que tenemos, mientras que el 15% se debe a las habilidades que podemos tener. Dentro de la actitud podemos tener en cuenta nuestro estado anímico, es decir, el ánimo y el espíritu con que afrontamos los objetivos. Si de entrada somos pesimistas difícilmente conseguiremos alcanzar lo que deseamos. Si caminamos con dudas permitimos que el miedo y la inseguridad se instalen en nosotros y si consiguen hacerlo nuestra mente estará más orientada al fracaso que al propio éxito. La actitud perdedora es una actitud profética de nuestro propio fracaso.
  2. La motivación es el motor, es lo que nos mueve, lo que hace que demos es paso, lo que indica que hay un sentido en aquello que hacemos. No es lo mismo estar cavando y transportando piedras por el simple hecho de hacerlo que por construir la propia casa, que por ganarse un salario o por hacer una obra de arte. Los motivos, sean internos o externos son elementos que alimentan el sentido de la vida, los que hacen que las cosas encajen dentro de nuestro esquema mental y de actitudes. La vida no es simple cuestión de azar y de ir haciendo cosas como salgan. Todo lo vamos metiendo en el saco de aquello que nos ayude a realizarnos como personas y a sentir que vamos creciendo en la vida y desarrollándonos.
  3. Las actitudes positivas con el entorno y sus personas son también la clave. Lo es porque es la manera en como preparamos el terreno, el modo en como vamos creando las circunstancias y sobre todo la manera en como podemos beber de las fuentes que nos rodean y hacer que éstas mismas nos apoyen en lo que queremos conseguir. La actitud positiva con el entorno hace que atraigamos, ley de atracción, todos aquellos elementos que apoyarán nuestras necesidades y objetivos.
Es por ello que nunca estará de más el ver la congruencia que tiene que haber en nosotros entre la actitud, la motivación y nuestras relaciones con el entorno porque muchas veces, y sin ser conscientes de ello, marchamos o caminamos en dirección contraria.

Un ejemplo que con todo el respeto del mundo pongo sobre la mesa son los cantos que muchas veces tenemos en la Iglesias que en vez de ser una llamada a la vida están cargados de falta de sentimiento positivo. Otras veces, por ejemplo, nuestra manera de caminar, arrastrando los pies y encorvados, dejan ver la falta de ilusión que tenemos en lo que hacemos o hacia donde vamos. Hay situaciones en las que el lenguaje que utilizamos es más depresivo que esperanzador, más de víctimas que de personas que caminan hacia la libertad, más de dependencia de otros que de proactividad y de responsabilidad personas.

¿Qué actitud tengo? ¿Qué me motiva o lleva a querer lo que quiero conseguir? ¿A quien me arrimo, o con quien me relaciono para poder conseguirlo? Son pilares que no debo de despreciar.


18/8/11

Ladrones de tiempo



Muchas veces nos sorprendemos cuando no llegamos a realizar las tareas que nos proponemos a lo largo del día. Si analizamos detalladamente todo lo que hacemos podemos comprobar fácilmente que son muchas las ocasiones en la que nos desviamos de lo que estamos haciendo para dedicarle tiempo a otras cosas.

Recuerdo que en una ocasión me comentaba una persona que mientras estaba haciendo la comida recibió la llamada de una persona a la que quería mucho y con la que acabó conviviendo tiempo más tarde. La llamada se recibió como algo que podía ser rápida en contestar por lo que no se le prestó demasiada atención a lo que se dejaba de hacer mientras se respondía al teléfono. Pero lo curioso es que se tornó en una tan agradable conversación que el tiempo parecía pasar sin que el reloj diera cuenta de ello hasta que un resplandor daba cuenta de que en la cocina había fuego. Por suerte no llegó a mayores. Pero si nos centramos en una cosa y nos dejamos llevar por otra podemos acabar no haciendo ninguna de las dos tal y como lo deseamos.

Mientras comía hace un par de días con unos compañeros de trabajo los teléfonos no dejaban de sonar. Ninguno de ellos respondía las llamadas que entraban. Estaban centrados en algo importante, la comida y la conversación que se daba entre nosotros. Son los pequeños detalles los que hacen que nos distraigamos constantemente de lo que estamos haciendo y que hace que muchas veces tardemos más en hacer las cosas de lo que normalmente podemos hacerlo.

Vivimos pendientes del teléfono, de mensajes, de e-mail, de visitas a la mesa de compañeros de trabajo, de algo que vemos en un escaparate y nos llama la atención, de cantidad de detalles que nos salen al paso en el transcurso del día. Llegamos al final del día, hacemos balance de lo que hemos tardado en hacer las cosas y vemos que el tiempo no nos cunde. ¿En qué hemos desperdiciado el tiempo? ¿Cómo nos dejamos robar minutos u horas cada día?

Muchas veces incluso pueden ser personas las que nos roban tiempo y a las que no nos atrevemos a decirle que no. Nos sentimos a gusto con ellas pero tampoco lo estamos al 100% ya que en nuestra cabeza sabemos que tenemos que hacer otras cosas. 

En otras ocasiones hay cosas de decidimos ir posponiéndolas de un momento para otro, de un día para otro y que al final jamás logramos hacer. Son esos pequeños ladrones de tiempo que nos separan de nuestros objetivos.

Lo importante es saber no sólo que es lo que hemos dejado de hacer, sino el porqué lo hemos hecho así. La solución es fácil. Empieza una cosa y céntrate en ella hasta que la acabes. Aprende a decir no a cosas que pueden esperar, porque al final te darás cuenta que tendrás mucho más tiempo del que realmente crees tener.