Pasamos por la vida intentando ser como el más común de los mortales, diluirnos en el anonimáto de la vida y de la sociedad y al mismo tiempo sentir que somos alguien único y diferente a los demás. Pero obviamos que para vivir plenamente uno tiene que dejar su propia huella, esa impronta única que lo hace ser diferente a los demás. Eso es algo que tan sólo podremos hacer desarrollando los talentos que llevamos dentro y que, por desgracia, vamos dejando a lo largo de la vida.
Hoy hablaba con una persona al respecto que me decía que ella era tímida y que era consciente de que en la vida todo depende de uno mismo, que no puede esperar a que los demás les resuelvan las situaciones, pero que dado su carácter, ella no era capaz de tomar la iniciativa.
¿Como descubrir esos talentos que tenemos de forma natural dentro de nosotros? Hay dos formas, una acudiendo a los demás a que nos echen una mano y otra buceando dentro de nosotros mismos,
- Los demás pueden ayudarnos. Es simplemente cuestión de preguntar a nuestros padres, amigos, hijos o compañeros sobre aquello que destaca en nosotros y sobre lo que salemos hacer bien. Entre unos y otros pueden darnos una pincelada bastante grande y buena de aquello positivo que tenemos.
- Nosotros mismos tenemos respuestas más amplias y, posiblemente, más profundas. Es simplemente cuestión de guardar silencio y de comenzar desde la propia niñez hasta nuestros días. Cuando eramos niños hacíamos cosas de las que, posiblemente hoy, estaríamos sorprendidos. Juegos que hacíamos, iniciativas que tomábamos, formas en las que nos relacionábamos con los demás y que lo hacíamos de la forma más natural.
- Dentro de nosotros también podemos encontrar cosas en las que nos hemos viso involucrados en las que veíamos pasar el tiempo y no nos dábamos cuenta de ello. ¿Por qué? Simplemente porque lo que estábamos haciendo nos gustaba y nos identificábamos con ello: jugar al fútbol, a las muñecas o a cantidad de juegos en los que nos daba pena tener que dejarlos para entrar a clases o tener que irnos para casa. Eran actividades en las que no sólo participábamos, sino que desarrollábamos algún tipo de cualidad o valor: participación, destreza, paciencia, etc.
- ¿Por qué crees que te quieres o buscan tus amigos, jefes, vecinos o familiares? Sin quererlo ni beberlo cada día nos vendemos a los demás, les ofrecemos de forma inconsciente algo que necesitan y que lo encuentran en pequeña o gran medida en nosotros, Ahí encontramos también valores y talentos que sin querer o sin ser consciente de ellos los estamos viviendo.
¿Qué hacer con los talentos y con las cualidades? Eh ahí la gran cuestión.
- Lo primero es ser consciente de que lo tenemos. Ser consciente de ello nos da el conocimiento de lo que tenemos en nuestra propia despensa personal y poder echar mano de ello en cualquier momento de necesidad.
- Lo segundo es tomar consciencia de cómo lo hemos utilizado en el pasado, de cómo lo podemos utilizar en el presente y de cómo podríamos hacerlo en aquello que queremos conseguir. A veces utilizar los recursos de formas diferentes nos ofrecen resultados diferentes. No siempre tenemos que utilizarlos de la misma forma, sino que tenemos que adaptarnos a las circunstancias.
- Lo tercero es que que muchas veces un talento puede llevarnos a otro nuevo. La paciencia, por ejemplo, puede llevarnos a afrontar nuevas situaciones con más entereza y con más esfuerzo, que son dos nuevas cualidades.
Lo importante es saber que no estamos vacíos por dentro, que la propia experiencia personal en la vida acumula grandes talentos y valores de los que podemos echar mano, incluso aunque no los hayamos utilizado desde hace tiempo, todo es cuestión de desempolvarlos del armario de nuestra vida y darle, así, una mayor profundidad y sentido a ésta.
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