Aunque parezca un poco fuerte decirlo creo es el éxito es el resultado de una decisión más que de el azar o suerte. Y si me apuras a decirlo es el resultado de una buena decisión, una decisión basada en una actitud mental positiva.
En la vida mantenemos, por lo general, dos actitudes un tanto diferentes. La actitud reactiva o la actitud pro-activa. ¿Cuál es la diferencia entre una y otra?
En la actitud reactiva, por lo general, reaccionamos ante los estímulos que se nos presentan. Las reacciones pueden ser conscientes o inconscientes, deliberadas o no. Pero lo que sí es cierto es que obedecen, por lo general, como respuestas a situaciones inesperadas de la vida. Por lo general a través de las reacciones intentamos defendernos de posibles daños.
La actitud pro-activa es, en cambio, una toma de decisiones orientadas no a la defensa de unos daños que podamos tener sino a unos retos que se presentan frente a nosotros en un momento determinado. Aunque el posible daño está presente lo que prevalece es la meta y el objetivo que uno tiene en mente.
Mientas la actitud reactiva puede llevarnos a mil y una justificaciones, disculpas, lamentaciones o complejos de víctimas, la actitud pro-activa nos lleva a sentirnos responsables y a ser dueños de la situación. Las lágrimas, los infortunios y las lamentaciones da paso a un sentimiento de responsabilidad y de sentir el reto de seguir adelante buscando nuevos caminos por los que transitar.
Un pequeño ejemplo lo vivía ayer hablando con una persona que desde pequeña ha querido estudiar medicina. Las notas y la situación económica la tienen medio parada a la hora de poder cursar los estudios de medicina. A medida que iban saliendo aspectos de su actual situación había elementos naturales en ella que estaban dormidos y no estaban siendo utilizados para conseguir el fin de estudiar, sino más bien como pasatiempos. Concretamente hablo de su gran cualidad de hacer dibujos a carboncillo, dibujos que le salen bien y que les gusta a las personas allegadas. Sin dar muchos pormenores de la conversación mantenida con ella vi como se le iban abriendo los ojos a encontrar que a través del carboncillo y del buen hacer dibujos de ella se le abrían ciertas puertas que hasta ahora la veía cerradas, sobre todo cuando se podían conectar de forma clara con el negocio de su padre, la zona turística en la que vivimos durante todo el año, y otras puertas que se abrían.
Cuando reaccionamos, por lo general, no pensamos. La mente se embota y somos presa de la emociones y de los estímulos espontáneos que tenemos.
Cuando actuamos de forma pro-activa, el pensamiento tiene su lugar.
- Tenemos presente lo que queremos conseguir.
- La mente se abre a buscar alternativas.
- Crece el sentimiento de responsabilidad en vez inculpar a otros o a la vida.
- Asumimos la realidad como un reto y no como una desgracia insuperable.
- Encontramos sentido a lo que tenemos que hacer.
Es por ello que el éxito es el resultado de decisiones, y nunca mejor de buenas decisiones, siempre enfocadas a objetivos y de un sentido de la vida que nos invita a proseguir el camino, aunque a veces sea de forma diferente.
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