Juzgar a los demás: un hábito con historia.
Creo que todos tenemos experiencias de juzgar a los demás y de habernos sentido juzgados por los demás. Es un hábito que llega a ser preocupante puesto que hace que quien sufre la experiencia lo pase mal y que, en ocasiones como ha ocurrido últimamente en colegios, lleva a personas no sólo a aislarse de la sociedad sino incluso a llegar a suicidarse. Lamentablemente es algo con historia porque ya se recoge en escritos muy antiguos esta mala costumbre.
- Una de las célebres enseñanzas de Jesús corría en torno a ésta actitud cuando de acuerdo a la ley de Moisés una mujer adúltera tenía que ser lapidada. La respuesta de Jesús fue contundente: "Quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra", mientras se agachaba y escribía algo en el suelo: ¿Qué escribía? ¿La realidad de cada uno? Curiosamente también, y siguiendo este orden, desde el más anciano al más joven se fueron alejando. Creo que el pensamiento de Jesús queda manifiesto y que la actitud humana de los que intentaban lanzar piedras también. Cuando somos conscientes de nuestra propia realidad y nos conocemos profundamente a nosotros mismos, seremos capaces de comprender, conocer y llegar a convivir con los defectos y errores de los demás.

- Un escrito de Sócrates nos lo deja también ver de forma clara la existencia de este problema en la Antigua Grecia:
Un problema que se resuelve con tres valores bien importantes como son la VERDAD, la BONDAD y la NECESIDAD. Y recalco lo de la NECESIDAD porque ésta entraña, muy probablemente un problema que se esconde siempre dentro del que juzga y del que hablaré en un momento.
- La realidad de cada uno es personal e intransferible. No creo que las personas a las que juzgamos se metan en camisa de once varas con el objeto de fallar, de ser juzgadas y de ser señaladas por los demás. Cada persona lleva una historia, una carga que muchas veces desconocemos y que las hace actuar de forma muy diferente a lo que la sociedad espera. A veces son necesidades que no conocemos y que, por ello, nos son difíciles de comprender. La EMPATÍA, ponernos en sus zapatos, conocer su historia y los sentimientos de esas personas podrían llevarnos a comprender mejor las situaciones. ¿Actuaría yo como ellas en las misma circunstancias? Probablemente sí o probablemente no, pero nos ayudaría a comprender. Y lo digo como persona que ha tenido que escuchar a muchísimas personas confidencialmente.

La necesidad de juzgar.

Hay otro aspecto que también es importante tener en cuenta. La situación o persona a la que juzgo, ¿me lleva a hablarlo con ella antes de manifestarlo a los demás o abiertamente? ¿Lo hago con respeto o más bien en tono burlesco? Tengo la impresión de que muchas veces la crítica y el juicio a los demás habla más de nosotros mismos que de aquellos de quien hablamos aún haciendo el daño que podamos ocasionar.
Un camino hacia el respeto y la comprensión.

La vida tiene sentido desde el AMOR. Si nuestra mente la ocupamos con otras cosas bien diferentes no tendremos tiempo para AMAR, la experiencia cotidiana que nos permite sonreír y sentirnos bien cada día en la vida.
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