Cuando he visto la frase de Michael Jordan me ha gustado. Me llama mucho la atención porque en el mundo medio convulsivo que vivimos te tocan ver y escuchar críticas que dan cierta pena o tristeza porque vienen de personas que tal vez nunca lo han intentado en la vida y por ello piensan que lo que otros hacen lo han logrado a través del engaño o de la injusticia hacia los demás.
En las últimas semanas me he encontrado a personas que no tienen trabajo y que ven como en medio de su economía mermada no se vislumbra un horizonte muy claro. Esperan "que alguien les emplee, les de trabajo o les pague por sus horas de trabajo". "Esperan", pero es una esperanza un tanto pasiva, como la de uno de los personajes de "Quien se ha llevado mi queso", esperando que todo vuelva a la normalidad. Es el viejo pensamiento que como lo que hemos vivido hace tiempo no hay nada, y por ello tiene que volver a nosotros.
Me recuerda un poco a esa parábola del Evangelio del paralítico que estaba al borde de la piscina de Siloé esperando que alguien lo empujara al agua "justo" en el momento que las aguas se agitaran para poder quedar curado. Jesús fue por allí y sin necesidad del empujón lo curó. Curiosamente esperamos el empujón cuando éste se encuentra dentro de nosotros mismos.
En medio de todo aparecen oportunidades y no las aprovechamos en base a toda una serie de excusas como "esto no es para mí, yo no sirvo para esto, etc." Es la realidad. Vivimos en una zona de confort, aunque no nos guste, y lanzarnos por nosotros mismos a la piscina, buscar de forma diferente el queso que se ha agotado o, simplemente, intentarlo de formas diferentes es algo que nos cuesta y nos mueve de la comodidad de lo conocido a lo que tenemos que conocer, de lo dominado a lo que tenemos que aprender a dominar.
Hemos sido educados para "depender" de los demás; sí, depender de los demás. Nos cuesta iniciar un negocio por cuenta propia, ampliar nuestro círculo de amigos o clientes en la vida. No hemos sido educados, en muchos casos, para ser creativos, para emprender nuevas formas de vida, diferentes formas de hacer negocios, etc.
Lo peor de todo es que, como veía en un reportaje de TV ayer, pueden darse las condiciones más miserables de vida que esperamos que "otros" las resuelvan. ¿Y por qué nosotros no? ¿Por qué no ser nosotros la alternativa política, económica, laboral, empresarial, comunicativa a todo aquello que no queremos, aceptamos o criticamos del mundo de hoy y de muchas personas.
Yo, personalmente, doy gracias a Dios porque creo que busco de forma constante, toco puertas que nunca había tocado e intento ser el sujeto de mi propia vida no dependiendo de los demás, aún a sabiendas que necesito de los demás. Pero mi propia autonomía o independencia es la clave para poder interdepender positivamente con los demás, aportando lo que soy y tengo y recibiendo lo que son y tienen los demás.
Todo es cuestión de mirar hacia dentro y ser conscientes de que dentro de uno mismo está la respuesta a mucho de lo que nos quejamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario