Planificar es clave. Yo era una persona muy dada a la improvisación y la verdad es que me veía muy cómodo. A lo largo que la vida transcurre me voy dando cuenta de que hay cosas que improvisamos y aprendemos de ellas, pero que hay otras muchas que no se pueden improvisar sino que tienen que prepararse y a conciencia, sobre todo cuando los resultados dependen no de ti sino del trabajo que tienes que realizar y que tienes que hacerlo bien hecho teniendo en cuenta muchas de las circunstancias que se pueden dar en la vida.
¿Nos atreveríamos a organizar unas vacaciones sin planificarlas? Y cuando hablo de planificarlas me refiero a todo hasta contar con los jefes, presupuestos, billetes, días, etc. ¿Organizaríamos una fiesta para amigos sin planificarla? Difícilmente hacemos cosas importantes sin planificar.
Pues una de las cosas más importantes y a la que menos importancia le damos puede ser la propia vida. De hecho, ¿sabes donde y cómo quieres estar de aquí a 5 años? Puede parecer fantasmagórico pero la realidad es que los que planifican las cosas suelen llegar a conseguirlas y los que que no las planifican difícilmente las consiguen.
El Papa Francisco hacía hincapié estos días en Sri Lanka que una familia sin sueños se viene abajo, pierde la ilusión y las ganas de vivir. Los sueños son el principio de todo, porque luego viene la planificación del cómo los vamos a conseguir. Si hay una ruta, un cómo, es porque hay una manera de llegar a conseguirlos, tal y como otros lo han conseguido.
Es por ello que quien no planifica su vida, planifica su fracaso, porque sin planes y metas cualquier puerto es bueno, pero no todos los puertos nos hacen saborear la vida y lo mejor de todo es que cuando soñamos no solo nos llenamos de ilusión sino que estamos vivos, no simplemente sobrevivimos, y sobre todo, aportamos vida a la misma vida y a nuestro alrededor.
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