Tener la mente abierta no quiere decir que aceptemos todo lo que a ella viene. La mente abierta se abre a todo aquello que llega, pero lo observa, lo analiza, lo cuestiona, lo aprecia o incluso lo desecha.
La mente cerrada es incapaz de comprender lo que que sucede y se encierra una y otra vez en lo que tendría que haber sido o pasado y nunca llegó a ser o pasar. La mente cerrada es incapaz de ver un rayo de luz en cualquier situación adversa a lo que tenía pensado. Por ello es incapaz de ver oportunidades de crecer y ganar en medio de la adversidad.
La mente abierta es capaz de aprender incluso de las situaciones más desfavorables, contrariadas y dolorosas por las que puede pasar. No ve dichas situaciones como un desastre sino como una oportunidad para aprender lo que antes no se sabía y para abrir nuevas oportunidades desde lo que se está viviendo.
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