Conseguir objetivos, y sobre todo objetivos en los que hemos fallado varias veces tiene un ingrediente básico para no arrojar la toalla: La Motivación. Y ésta tiene un ingrediente esencial, "el motivo por el que yo lo quiero hacer".
Por desgracia muchas veces los motivos que tenemos no son nuestros, son de otros. ¿Lo hacemos por sentirnos aceptados? ¿Lo buscamos por querer agradar? ¿Tal vez porque nos sentimos obligados?
El motivo, para que funcione, tiene que ser personal e intransferible. Nadie va a realizar algo por nosotros. Tal vez nos ayuden una, dos o tres veces. Poco después nos daremos cuenta de que "o lo hacemos por nosotros o estaremos más solos que la una".
El motivo tiene que ser importante para uno mismo:
- Tiene que tener una repercusión personal a nivel personal que me haga sentir bien conmigo mismo. Si hago algo que no me satisface a mi mismo acabaré dependiendo de otras personas, y a la larga me acabaré cansando de algo que para mi no tiene sentido.
- Ha de tener un valor añadido al ser capaz de mejorar el entorno interpersonal y social. No en el sentido de que me acepten o de que me busquen, sino en el sentido de que soy capaz de aportar desde mi mismo, desde lo que soy y desde lo que llevo dentro.
- La motivación va ligada con lo que es natural en mí como persona. Es por ello que aunque haya momentos en los que puede ser duro el dar pasos por la vida, al ser capaz de integrarlo dentro lo que soy, busco y deseo desde dentro, se me hace mucho más feliz el hacerlo.
- Lo que si creo que es esencial es que cuando hay motivación el foco está en el objetivo y no en las renuncias que se hacen, está en lo que se persigue y no en las dificultades, aún a pesar de que es costoso el encontráserlas.
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