Me encanta esta frase de Francisco. Son muchas las veces que nuestro éxito se ve parado por las acusaciones que vertimos hacia los demás; acusaciones que muchas veces esconden los propios fallos de cada uno de nosotros. Lo peor de todo es cuando somos capaces de ver los fallos de los demás y somos incapaces de ver los propios o simplemente los justificamos por no reconocerlos.
¿Qué pretendemos a la hora de señalar con el dedo? ¿Qué buscamos a la hora de juzgar? Sería interesante el pensar y reflexionar en cuanto a esas ocultas intenciones que muchas veces tenemos, más que nada por conocernos un poco más a nosotros mismos y también, conocer otras situaciones que vemos desde fuera, y por verlas desde fuera no somos quienes para juzgar.
¿Es un "instinto" que fluye de forma tan natural dentro de nosotros? ¿Es realmente ese instinto algo que llega a causar desastre dentro de nosotros o a nuestro alrededor?
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