Viernes Santo. Día importante para los creyentes. Tal vez nos quedemos mirando hacia Alguien que arrastra una cruz, que está embadurnado de sangre, con una corona de espinas, mal juzgado, y abandonado.
Por otro lado me quedo con alguien que:
- Cree hasta el final.
- No arrastra con complejo de víctima.
- Se siente sólo, pero seguro.
- Sigue creyendo por aquello que se le condena, el perdón, el amor.
- Ante la condena, la mofa y la burla, mantiene una mirada, la del amor.
- Y a pesar de la soledad, incluso la del propio Padre, sigue encomendando y poniendo en Sus manos su misión, sus valores, su sentido de la vida y su actitud ante todos.
Creo que detrás de cada misión hay una fuerte carga que nos exige ser nosotros mismos. La soledad puede convertirse en nuestra compañera de viaje, por sentir el rechazo, incomprensión o falta de apoyo de los demás.
Es por ello que creó que detrás del rechazo, de la condena y muerte de Jesús encontramos la victoria de la vida, de la congruencia, de la fidelidad y de vivir los valores hasta el final. ¿No es ello algo grande?
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