13/3/14

Equilibrio y objetividad



Entre la charla de la psicología tibetana y la que dio mi compañera Clara el Sábado pasado cuando se inauguró la Asociación Alhma hay un detalle en común: La necesidad de saber ver las cosas desde fuera, desde la lejanía. 

Son muchas veces las que nos identificamos tanto con las situaciones, los problemas, los proyectos, los trabajos que la identificación llama a las emociones, esas emociones que nos unen sentimentalmente a las cosas o a las personas y que hace que las veamos con cierta parcialidad al punto de impedirnos ver el encanto de la totalidad.

Clara lo ponía de manifiesto cuando cogía en su mano y hacía oscilar un péndulo de un lado a otro. Las cosas no podemos verlas desde la perspectiva el éxito o del fracaso, sino desde fuera. Tanto una situación como otra hacen que miremos parcialmente la realidad. La propuesta de ella era la de mirar desde arriba, desde donde puedes observar neutralmente el péndulo, el problema o la situación de tal manera que puedas ver aspectos que se pueden ver muchas veces cuando nos sentimos dentro.

Me recuerda a las veces en las que estás en una reunión y tienes que salir de ella para llegar a acuerdos. Son momentos de tensión, de toma de decisiones en los que, como siempre se ha dicho, no se pueden tomar con la cabeza caliente. Si lo hacemos así nos haremos víctimas de las circunstancias, de los problemas y de las situaciones perdiendo toda posibilidad de controlarlas y de ser libres.

Los buenos cuadros dicen que se aprecian desde la distancia, y las verdaderas soluciones también se toman desde la distancia afectiva, sin prejuicios que nos hagan tomar decisiones equivocadas. Como diría la psicología tibetana es el auto conocimiento, saber el porqué de cada uno de nuestros pensamientos y de nuestras decisiones. El conocimiento nos da la luz para que podamos ser libres de verdad.


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