Bonito el artículo de Ramón Samsó en el Pais Semanal sobra la autoestima del que quiero destacar varias cosas:
- Complacer a todo el mundo es el principio del fin de nuestra felicidad. Depender de lo que otros piensan o esperan de nosotros es el principio de un proceso de ansiedad que nos llevará a la insatisfacción total porque, como dice el refrán, "nunca llueve al gusto de todos.
- La dependencia externa suprime nuestra autonomía. No valemos por lo que piensan otros de nosotros mismos, sino por lo que creemos de nosotros mismos y de lo que podemos dar a la vida y a los demás. Podemos recibir cantidad de halagos que si no nos sentimos satisfechos, de nada sirve. Me recuerda al canto de San Pablo en los Corintos, el Himno al Amor: Aunque de todo mi dinero a los pobres, si no tengo amor, nada soy.
- No podemos depender de los éxitos, sino de lo que somos. Nuestras vidas tienen altos y bajos, llega a unos y a otros no. La vida tiene sentido en la medida en la que gozamos de lo que somos y de lo que hacemos y no simplemente de lo que gozan otros. Jamás en la vida podremos hacer gozar a otros sino trasmitimos el goce y la pasión que hay en nosotros.
- La dependencia nos lleva a la necesidad de los demás y no a la autonomía. ¡Cuántas veces nos hacen ver que no valemos! Sí valemos, y a veces somos incapaces de reconocer la felicidad que hay en las personas que "aparentemente" valen mucho menos que uno, y en realidad son más felices que nosotros. Y para muestra un botón: en el mundo subdesarrollado se padece mucha menos infelicidad que en este mundo tan "aparentemente" bonito.
- El secreto es aceptarse y no auto juzgarse. Y que cierto es, aceptarse uno a sí mismo, tal y como se es, da posibilidades de mejorarse, porque lo haces desde la alegría de lo que eres y no desde la amargura de lo que no quieres ser. Trabajas tu persona desde la libertad personal. Sonreír a lo que eres, sí. Te da energía para plasmarlo en el mundo y ofrecer algo único que hay en ti.
- Centrarse en el servicio como vocación. Lo que soy y tengo lo doy y comparto. Esa es la vida y en so estriba la cantidad de energía, alegría y felicidad que explaya mucha gente que la ves amando sin recibir "aparentemente" nada a cambio, porque al amar si recibes algo a cambio de forma muy inconsciente o consciente: el disfrute del amor y la sonrisa, tranquilidad, amor y sosiego de aquellos a los que amas y a través de ese despliegue de felicidad la necesidad de crecer y dar lo mejor de uno mismo. ¿Quién disfruta más de un regalo quien los compra o quien los recibe, sobre todo si son niños? Tal vez digas niños, pero en realidad la satisfacción de ver sus sonrisas nos hace pensar que es la de quien regala.
Autoestima es aceptarse y desde ahí servir con lo que se es y con lo que se tiene.
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