Es normal que a una edad avanzada y en medio de unas responsabilidades y toma de decisiones muy importantes uno se vea impotente. Lo normal y natural es ceder el paso a otros como más fuerza, vitalidad y entusiasmo, sobre todo si lo que está en juego no es el poder sino la vida, las creencias y la fe de mucha gente.
Lo que no es natural es aferrarse a los cargos y situaciones como si uno fuera imprescindible. Juan el Bautista dejó paso a Jesús. Es importante saber ceder el paso y las responsabilidades en la vida, al fin y al cabo lo importante son los objetivos que nos proponemos. Unas veces vienen de nuestra mano, otras también, aunque de forma indirecta al permitir que sean otros las decisiones y el camino que hasta un momento determinado hemos hecho nosotros.
Mientras Benedicto XVI toma la decisión de renunciar con bastante tranquilidad y aceptación, otros luchan intentando dar una imagen de fuerza, salud y fortaleza. Mientras uno anuncia públicamente que hoy empieza la última etapa desu peregrinaje por la vida, otros intentan negar su impotencia, su enfrentamiento con la muerte o sus limitaciones.
No hay nada como la libertad de aceptarse y mostrarse tal cual se es al mundo. No vivimos de apariencias, sino de lo que realmente solo. El peso de la realidad es muchas veces suficiente carga como para cargar además con la de las apariencias o con la de un poder que tendrás que dejarlo aquí.
Hoy se pregona a los cuatro vientos la calidad de vida, y que mejor que vivir cada etapa como toca. La libertad es lo que nos hace tener calidad de vida, la libertad de vivir como se es y no como se espera que seamos. Puede que nuestras decisiones desconcierten a muchos, pero al final valorarán la libertad y la humildad.
Y no olvidemos algo muy importante, se forma parte de un equipo, de una comunidad. Hay que saber confiar en ese equipo y en esa comunidad. No lo somos todo en la vida, formamos parte de un grupo y en el grupo hay que saber delegar y confiar.
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