La riqueza consiste mucho más
en el disfrute que en la posesión.
Aristóteles
¿Ha habido algún momento en el que te has prodigado en el disfrute de dar algo a los demás? ¿Eres capaz de visualizarte en esos momentos? ¿Consigues ver el rostro de satisfacción que tienes? ¿Y la sonrisa que puebla tu rostro?
Cambiemos de escena. Imagínate ahora y por un momento situaciones en las que has sido un tnato egoísta, amarrado, posesivo... ¿Cuál es la respuesta corporal que has tenido en esos momentos? ¿Tal vez tenso, serio, preocupado, nervioso....?
La realidad es que cuando disfrutamos de algo es porque somos libres y no nos sentimos poseídos por aquello de lo que disfrutamos. Cuando disfrutamos hay otro aspecto importante, la capacidad de amor que tenemos dentro, la capacidad de ofrecer y de disfrutar de los beneficios que reportas a quien das. Fíjate si no en los momentos en que lo has sentido. La vida que producimos en los demás es como si fuera una extensión de la nuestra. Nos sentimos realizados cuando somos capaces de producir vida en otros.
Por el contrario, cuando poseemos, nos aferramos a las cosas que significan mucho para nosotros, cuando no somos capaces de soltar sentimientos, ideas o sentimientos, no somos felices. La tristeza se apodera de nosotros. Nuestra felicidad depende no de lo que somos capaces de dar sino de aquello que queremos retener. En la medida que retienes no das vida a nadie, y lo peor de todo es que te la quitas a ti mismo pues crees que tu felicidad depende de lo que tienes y no de lo que eres, y de lo que eres capaz de generar a través de ti.
Dice la canción que "el rico no tiene amigos, sino herederos", y que "el celoso sufre más que aquel sobre quien tiene los celos". El que tiene y se preocupa de no perder lo que tiene, tiene miedo de quedarse sin nada, pues lo que valora no es lo que es, sino lo que tiene. El que ama no da de lo que tiene, sino que se da a si mismo. Lo curioso es que cuando se ama fallan las matemáticas, pues cuanto más das, más tienes.
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