La sabiduría suprema es
tener sueños para no perderlos de vista
mientras se persiguen.
William Faulkner
No hay nada como tener un sueño y un motivo por el que vivir y luchar cada día en la vida. ¡Cuántas veces los sueños, las ilusiones y lo que daba sentido a nuestra vida nos ha ayudado a vivir situaciones que jamás pensábamos superar! El sueño es el que hace que dejemos los momentos de crisis a un lado, pues le damos más importancia a lo que queremos y anhelamos que a aquello que nos quita la ilusión.
Es la capacidad de ilusionarnos cada día y cada mañana cuando nos despertamos la que provoque en nosotros una actitud diferentes. Lo que tenemos en mente provoca nuestra actitud, y nuestra actitud es la que determina aquello que conseguimos en la vida. Si mantenemos los sueños en la mente, mantendremos una actitud positiva. Si mantenemos en mente las dificultades, la actitud será más pesimista. La metas y los sueños hacen que los obstáculos dejen de serlo para convertirse en retos.
De la misma manera que alimentamos el cuerpo, ¿cómo alimento mis sueños, mis metas y mis ilusiones? Dándole vueltas a los problemas me encuentro con murallas que saltar, dándole vueltas a las ilusiones me encuentro con caminos a recorrer y a descubrir. Si me centro en los problemas no dejo espacio para las soluciones.
Caminar por la vida es caminar en dirección a un sitio, un destino, un sueño, una ilusión. El miedo y la dificultad, cuando se apoderan de mi mente, no me dejan ni pensar, ni caminar, ni tan siquiera soñar. Tenerlo siempre en la mente siempre será un aliciente y un acicate para mantener la ilusión. No hay que perderla, es la salda de la vida.
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