7/11/12

Contrastando



Recuerdo que hace mucho tiempo intenté formar parte de un coro. Tendría como unos once años. Mi paso por éste fue rápido. No tenía voz para cantar. Años más tarde y en una tarde de Domingo cuando veníamos en coche de la Toja, Pontevedra, recuerdo que mi tía o mi madre me invitaron a cantar y también llegaron a esa conclusión, que no tenía voz. Tal vez me lo creí y no entré en ningún coro, ni en el colegio, ni en la parroquia. Más tarde, cuando ya tenía los veinte, pedían voluntarios para aprender a tocar la guitarra en el seminario. Me apunté. Tal vez era el espíritu servicial que tenía, pero me apunté. Recuerdo que la monja que nos enseñaba me pidió que, por favor, desistiera. No le hice caso. Seguí adelante y aprendí, y enseñé a otros a tocar la guitarra, y formé coros y animé misas y fiestas y un largo etc. de situaciones que no concordaban con la idea con la que caminé por la vida.

No me siento un erudito de la música, ni de la guitarra, pero sí una persona un tanto obcecada que trata de conseguir lo que se propone. Y lo digo porque hay muchas personas en la vida que han sido rechazadas, expulsadas de sus respectivos colegios y dadas por imposibles. Unos se han caído por el camino, pero otros han llegado a conseguir cosas realmente importantes, Mozart, Einstein, Picaso, etc.

Lo importante en la vida es siempre contrastar lo que unos dicen con lo que yo, por ejemplo, creo, siento y experimento. Tengo que creer en mi mismo. Hay mucha gente a la que le gusta colgar etiquetas a otros y hacen que muchas personas se estanquen en la vida. ¿Cuántas veces nos hemos dado por vencidos, simplemente porque otros no han confiado en nosotros?

Es cuestión de salirse de la rutina de lo que uno escucha y contrastar lo que se dice o lo que se piensa, con lo que realmente hay de cierto. Muchos adelantos en la vida y en la ciencia son frutos de los constantes contrastes que hay que hacer. Nos ayudan a descubrir nuestra propia verdad, nuestra esencia, nuestra realidad y la de muchos otros y la de la misma vida como tal.

Contrastar nos ayuda a descubrir la luz y las tinieblas, las verdades y los errores, que a la larga son maneras que saber como no son las cosas en realidad, una manera más de llegar a la verdad. Cuando no contrastamos corremos el riesgo de perder mucha parte de lo que define nuestra identidad como tal y los valores que se esconden dentro de nosotros.

No es lo que los otros dicen, sino lo que uno es capaz o puede llegar a ser capaz de decir.


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