Imagínate por un momento que vas por la calle y que te encuentras la tapa de una alcantarilla fuera de su sitio. ¿Qué harías? Tal vez cambies des la vuelta a la tapa y prosigas tu camino. Es probable que des un pequeño salto y sigas tranquilamente tu camino. ¿Harías algo más? Pocas veces nos pararíamos ante la tapa, veríamos si hay alguien dentro y si no lo hay la pondríamos en su sitio, o a lo menos señalaríamos sobre el peligro o avisaríamos a alguien competente para solucionar ese obstáculo.
Las esclusas pueden ser muchas: ¿Quien soy yo para hacer eso? ¿Y si meto la pata? ¿Y si me llaman la atención? "No es algo de mi competencia"..... Y un sinfín de respuestas que puedan justificar mi postura. Lo que si es cierto es que si ocurre alguna desgracia no me sentiré responsable y la culpa o responsabilidad siempre la tendrá otro.
Hay algo que está en juego. Es la propia iniciativa. Nos cuesta timarla. Preferimos que otros la tomen y vayan delante nuestra. Nos cuesta emprender y marcar el ritmo de aquello que queremos conseguir o que incluso exigimos a los demás. Un claro ejemplo de ello es que delegamos nuestro voto político a personas que realmente ni conocemos ni tratamos. Nuestra participación política, por ejemplo, es meramente electoral. En ningún momento pensamos, planteamos y promovemos leyes a aquellos que supuestamente nos representan.
A nivel personal esperamos que otros nos saquen las castañas del fuego. Difícilmente nos levantamos y resolvemos los conflictos o problemas. Preferimos que alguien lo haga por nosotros. Vivimos en una cultura de subordinados, una cultura de recibir ordenes y de miedos a hacer algo diferente. ¿Cuantos somos los que somos capaces de dar una opinión diferente en una reunión? El miedo y el que dirán o sus consecuencias pesan sobre nosotros.
Sentirme útil, importante, portador de ideas y de alternativas no es lo más lo frecuente, aunque cada vez que me muerdo la lengua y veo que otro lanza la idea antes que yo comienzo a sentirme peor ya que mi idea SI valía.
Autoestima, creer en uno mismo y ser generador de energía, vida, ideas y alternativas es lo que nos hace sentir útiles, valiosos y estar VIVOS.
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