Hablaban en voz alta. Yo a unos metros de distancia. El tema era si se recompensaba o no a los niños por las tareas bien realizadas o no. Una decía que el sentido del deber nunca tiene que agradecerse. Hay que hacerlo y sentirse bien por haberlo hecho y nada más. La otra persona decía que no, que era necesario agradecer y recompensar para que uno fuera cogiendo confianza en sí mismo y creciendo más en las aptitudes que desarrollaba,
¿A quién no le gusta un halago? Yo me he sentido apoyado, agradecido y gratificado por muchos elogios. La verdad es que ayudan. Te permiten coger cierta confianza y seguridad en ti mismo. Además de eso hay otro aspecto, el ser sensible hacia quien está a tu lado y el tener un sentido de agradecimiento por lo que aporta a tu vida.
He conocido a mucha gente que cuando se ha visto reconocida, agradecida y valorada ha sido capaz de transformar su vida porque nunca se había sentido "única" y con esa capacidad de sentirse "útil" hacia los demás. Es parte del propio sentido de nuestra vida.
Delfines, perros, mascotas y demás se sienten gratificados y son capaces de conseguir lo que muchos de nosotros no somos capaces de hacer. ¿Por qué no tener esa mirada gratificante y esas palabras constructivas?
¿Cuántas veces a lo largo del día agradecemos los detalles que circulan a nuestro alrededor? Además le dará un sentido mucho m´s positivo a nuestra vida. ¿No crees?
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