Dicen que por la boca muere el pez. Lo dicen como señal de prudencia a la hora de hablar para no sentirse comprometido o no meter la pata. Pero con cuestiones de creatividad lo mejor es lanzar las ideas al viento. Alguien se encargará de recogerlas y de alimentarlas. Lo que sí es cierto es que dentro de nosotros tal vez no maduren lo necesario para ver la luz o para que den frutos en abundancia. ¿Que ganamos o perdemos al compartirlas con los demás?
1. 1+1=3. Aunque parezca mentira las matemáticas aquí fallan. La experiencia me dice que a medida que vas compartiendo ideas ocurren dos cosas:
- La primera es que la otra persona aporte algo, bien sea positivo o negativo. Las criticas positivas añaden valor y las negativas te sirven para cuestionar, profundizar y clarificar muchas aspectos de nuestros proyectos.
- La segunda es que mientras hablas y te explayas compartiendo tus ideas van surgiendo otras que las complementan y enriquece. A mi me ha ocurrido en cantidad de ocasiones. A medida que iba hablando la inspiración hacia que surgieran más ideas en mi mente.
2. La acción abre caminos. Dejar que salgan a la luz las ideas y los proyectos ya suena como un paso en le idea. Es como si comenzáramos a ponerla en práctica. Desde el punto de vista psicológico y sobre todo en lo que a la utilización del hemisferio derecho se refiere, que es el es responsable de la creatividad, desde el momento que sabes a donde vas el cerebro derecho se encarga de abrir caminos.
3. El equipo. Hoy y más que nunca los proyectos se llevan en equipo, a corta o a gran distancia. Hablar y exponer tus ideas puede hacer posible no solamente que alguien te apoye y te de ideas, sino que se suba a tu mismo carro y quiera compartir tu misma experiencia, sea en el plano que sea. Es mejor caminar acompañado qué solo. El camino se hace más liviano y enriquecedor.
Por lo tanto es hora de compartir lo que uno lleva dentro. No tenemos nada que perder.
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