A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el refrán y es que si miras hacia atrás y visualizas los momentos en los que has sufrido reveses en la vida serás consciente de que a partir de ahí has desarrollado nuevas habilidades en tu vida. El principio de adaptación se ha cumplido en ti y has tenido la oportunidad de crecer de una manera u otra, aunque también es posible que te hayas acomodado y no hayas querido crecer. Pero la responsabilidad en la vida, cuando la hemos sentido como tal, nos lleva a tomar decisiones, y a partir de ahí a saber vivir las nuevas circunstancias o a ir muriendo lentamente en nuestros ideales.
Párate por un momento y haz una lista de las grandes afrentas o golpes que la vida te ha dado. ¿Cómo reaccionaste ante el golpe o golpes? ¿Qué actitud tomaste? ¿Qué aprendiste a partir de cada golpe de la vida? ¿Qué hubiera pasado si ese golpe no se hubiera producido? ¿Estarías donde estás actualmente?
Fíjate en la evolución, por ejemplo, en tu manera de pensar. ¿Piensas actualmente como lo hacías cuando eras un niño? Las principales ideas y creencias que se han caído o cambiado en tu vida, ¿cuáles han sido?, ¿qué han hecho posible que hayan cambiado?, ¿cuál ha sido el motor de dicho cambio?
Lo mismo podemos decir de nuestras actitudes ante la vida y las personas, ¿son las mismas? ¿por qué han cambiado? ¿qué las han hecho cambiar?
A lo largo de tomo el proceso de nuestras vida, las decisiones que hemos ido tomando, ¿nos han hecho crecer, madurar, avanzar o, por el contrario, nos han frenado, quitado libertad y no nos han permitido desarrollar como personas?
En la necesidad está muchas veces la fuerza que necesitamos para crecer y afrontar la vida con entereza y responsabilidad.
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