¿Qué importancia le damos a lo que la gente piensa o dice de nosotros? ¿Hasta que punto nos condicionan las personas que viven a nuestro alrededor, bien a nivel familiar, social o laboral? ¿Somos capaces de mostrarnos "tal y como" somos o deseamos?
No es fácil. Vivimos en una sociedad en el que "guardar las formas" es importante. No digamos nada de las "apariencias". Posiblemente lleguemos a casa y nos sintamos libres de verdad, porque ahí solemos mostrarnos tal y como somos.
"¿Qué más da lo que piense la gente?
La opinión de otras personas
solo tiene importancia
si nosotros se la concedemos"
Borja Vilaseca
El gran problema radica dentro de uno mismo. ¿Me gusto y acepto? ¿Me siento satisfecho de mi forma de vivir o de pensar? ¿Creo en mi mismo y en mis valores? La falta de seguridad en lo que soy, creo, pienso y valoro es lo que hace que claudique ante los demás y sus visiones. Para ello es importante que cuestionemos constantemente lo que somos, lo que pensamos, lo que creemos y los valores que tenemos o profesamos. ¿Ponernos en tela de juicio?
No es cuestión de ponerse en tela de juicio, sino en el profundizar en nosotros mismos y en nuestras propias ideas, formas de vida y valores. Profundizar lleva consigo procesos de purificación en los que nos damos cuenta de aquello que tiene bases bien sólidas y de aquello que es meramente superficial o fruto de apegos.
Abrirnos a profundizar en nosotros mismos no solo nos ayudará a cuestionar y purificar lo que hay dentro de nosotros, sino que nos abre a otros matices de la verdad y de la realidad de la vida y sobre todo nos hace mucho "más libres", es decir, no ser esclavo de nuestras propias ideas y creencias o formas de vida.
Hay algo que para mi es esencial, ¿cómo me encuentro cuando estoy solo? Eso es lo que tiene que marcar el verdadero termómetro de nuestra vida. Si me siento bien, ¿por qué no mostrarme tal cuál ante los demás? ¿Tiene más fuerza la opinión de los demás que la mía propia? ¿Tiene más valor lo que otros opinen de mi que mi propia experiencia?
Hay un refrán que no deja de tener sentido en el día de hoy: "Ándese caliente, ríase la gente". ¿Merece la pena vender nuestra propia experiencia e identidad por lo que la gente quiere y espera de nosotros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario