Hay días en los que uno recibe cierto tipo de halagos que le hacen volver atrás, recordar viejas experiencias y sonreír a la vida. Hoy es uno de ello. Noberto, un gran y entrañable amigo con quien compartí una parte importante de mi vida allá en mis años de misiones por tierras de Oaxaca, México ha hecho que uno de los puntos fuertes del coaching se hagan presentes en mi vida. Para la consecución de objetivos uno tiene que ser consciente de las fortalezas, carismas y cualidades que tiene. Son puntos de apoyo que te sirven para seguir avanzando y creciendo en la vida. Estas palabras que hoy ha lanzado en el Facebook dejan una huella en mi vida como la que posiblemente yo he podido dejar en la de él y otros muchos, aún cuando eran muy jóvenes. Lo que me dedicaba en el Facebook era lo siguiente y de forma literal:
Hoy viajé de Valle al DF con la Madre Celina y otra religiosa. Hablamos de Tí y de aquellas épocas combonianas. Todos te extrañamos... en serio!!!
Eras la teta que contenía la leche que aplacaba el hambre espiritual... aunque sabíamos que no era la teta la que alimentaba, era la leche!!!
No quisiera quedarme en el halago sino en algo más importante, en la imagen de la teta y de la leche, una imagen que nos invita a quedarnos no simplemente en la importancia del transmisor, sino de aquello que se transmite en la vida.
Las personas, de una u otra manera, somos pozos sin fondo en lo que a cualidades, fortalezas, valores y talentos se refiere. A veces los pozos no se ven, están bajo tierra. Hay que cavar una y otra vez hasta que sintamos la tierra húmeda que nos indica la existencia de agua.
Dentro de nosotros, y no fuera; cerca de nuestra propia y no lejos está ese manantial. Porque dentro de nosotros, cuando no tenemos miedo a encontrarnos con nosotros mismos, cuando somos capaces de amar nuestra singularidad, por muy diferentes que seamos de los demás, es cuando empezamos a descubrir algo importante, que la teta brota hacia fuera, pero que la leche la producimos dentro, es decir, que muy dentro de nosotros podemos descubrir que somos imagen y semejanza de Dios, del amor, de la vida misma.
Tan sólo tenemos que hacer una cosa, profundizar dentro de nosotros mismos y dejar que brote la leche, el agua, la vida y el amor que llevamos dentro. Somos un manantial porque en el fondo somos eso, imágenes y semejanzas de Dios, del Amor, de la Vida.
Gracias Norberto y demás amigos de Valle Nacional en México por descubrirme a mi como cierto tipo de teta, pero muchas más gracias por haberse fijado en la leche, que es lo esencial y lo que todos llevamos dentro, DIOS. Gracias
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