Si miras a tu alrededor te encontrarás, por lo general, tres tipos des personas ante iniciativas o propuestas que se pueden hacer en la vida, en el entrono laboral, en nuestro entorno social:
- Las que se apuntan rápidamente a la iniciativa, trayendo consigo optimismo, ganas, ilusiones, ideas y un espíritu servicial y de apoyo constante.
- Las que acogen las ideas y proyectos desde la pasividad, desde ese espíritu de ser empujados por los demás, y ante los que tienes siempre que entusiasmar, liderar, apoyar, animar, etc.
- Las que ponen siempre trabas a todo. Ven el lado negativo de todo. No sólo mueven un dedo sino que son la oposición viva y coleando de lo que quieres llevar a cabo. Actúan como freno en todo aquello que queremos llevar a cabo.
Siempre he admirado a los niños por su carácter entusiasta, por la disposición que tienen a echarte una mano, por su carácter aventurero e innovador. Pero también admiro a cantidad de adultos que se levantan cada día con ganas de vivir, de hacer algo nuevo, de no darse por vencidos, de buscar siempre soluciones y respuestas a las necesidades propias y de los demás.
La disposición es mucho más importante que el resultado en sí, pues es la puerta que nos conduce al éxito. La disposición es el valor a través del cual nos implicamos en lo que realmente queremos. Es la que refleja nuestra actitud real hacia nuestros objetivos y metas en la vida.
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