¿Qué nos mueve realmente a actuar en la vida? ¿Qué hace que demos un paso y, muchas veces, un paso arriesgado? ¿Qué hace que no lo demos?
Creo que hay dos impulsos primordiales a la hora de dar los pasos: La necesidad y la Inspiración.
La necesidad nos puede abordar de dos maneras diferentes: una lanzándonos a la aventura de nuevas rutas al ver que las que hemos ido recorriendo no han dado el resultado esperado, o el quedarnos totalmente bloqueados sin capacidad de respuesta o de reacción. Para los que nos lanzamos, a pesar de todas las reservas, miedos, inseguridades e incertidumbres, la vida suele regalarnos sorpresas agradables. A los que nos quedamos atrapados en el miedo y en la inseguridad, nos quedamos con la amargura de la impotencia, del dolor y muchas veces de la desesperación.
Por otra parte tenemos la experiencia de sentirnos inspirados después de haber estado con alguien de haber leído un libro, de haber contemplado un paisaje, escuchado una canción o, simplemente, haber pensado algo. Nuestra mente genera ideas, sensaciones y sueños que nos invitan a vivir de una forma mucho más plena y dinámica.
Necesidad o Inspiración. Es la fuerza de la creatividad o la carencia de búsqueda de recursos en uno mismo, o alrededor de sí, las que nos lanzan a vivir o las que nos van enterrando poco a poco en vida. ¿Qué hacer? Lo que le planteaba hace un par de días a una persona que presentaba una baja autoestima: sueña, sueña y no pares de soñar. Piensa en tí, en lo que te gusta, en lo que quieres, en lo que te apetecería alcanzar. Sueña y sigue a tu sueño. No lo dejes ir. No esperes a que la desesperación te coja por completo y te paralice. Sueña. No dejes de soñar.
Tu tienes la respuesta ante la desesperación, pero también la tienes en tu vida antes de que la desesperación llegue: Inspiración, ingenio, creatividad......... ¡Adelante, no pares de soñar!
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