Escuchaba ayer el cuento de la vaca por quinta, sexta o séptima vez. La historia de una familia que tenía basada su pobre y lacerante economía en una vaca que le daba lo justo para comer lo indispensable. Un dia alguien arrojó la vaca al precipicio. Años después la familia tenía una gran casa, arboles frutales, huerta con todo tipo de verduras y no vivían al día, sino que tenían ahorros.
La perdida de aquello que consideraban esencial les abrió a la necesidad de tener que buscar alternativas diferentes. Y es que cuando la necesidad aprieta, sea en el campo que sea, y mantenemos a control las emociones, aparecen nuevas y posiblemente mejores alternativas.
Muchas veces nuestra zona de confort nos impide salir de la mediocridad y caminar hacia la excelencia. No somos libres y nos dejamos atrapar por lo seguro aunque no satisfaga plenamente nuestra vida. Estamos llamados a la libertad para vivir en nuestra excelencia de vida.
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