¿Rendirse? ¿Arrojar la toalla? ¿Darse por vencido? Son palabras que para los que perseguimos el éxito en la vida no deben de estar en nuestro vocabulario pero, ¿qué pasa cuando hay situaciones o personas o incluso aspectos personales que roban nuestra propia energía? ¿Abandonamos?
Siempre me ha gustado matizar algo que para mi ha sido importante: Hay una gran diferencia entre la renuncia y la opción. La renuncia pone énfasis en lo que se deja mientras que la opción lo pone en lo que se elige.
Supuestamente cuando optamos por algo, elegimos y cuando elegimos lo hacemos desde algo que queremos conseguir, algo que nos permita ser, que nos ayude a estar presentes en la vida de una manera plena, y estando en la vida nos permita hacer las cosas de la forma más excelente posible.
¿Nos rendimos u optamos? La invitación es a optar desde lo que creemos, queremos y deseamos eligiendo siempre desde los más profundos valores que yacen dentro de cada uno de nosotros. Cuando nos rendimos y dejamos de optar, de elegir desde lo que creemos, fallecemos ya en vida. Cada elección, libremente tomada y dirigida hacia lo que profundamente se quiere, es un acto más de vida y de creacción
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