La verdad es que cada persona es un mundo, de hecho reaccionamos a las circunstancias de maneras muy diferentes. Las mismas circunstancias provocan emociones totalmente diferentes en distintas personas, por lo que podemos decir que el mundo de las relaciones humanas es altamente complicado, de ahí que conocerse bien y conocer bien a quien tienes en frente es altamente importante.
Hay personas que afrontan las realidades desde el miedo, mientras que otras lo hacen desde el puro placer. ¿Sería lo mismo, pues, decirle a un niño que le gusta experimentar el placer de lo nuevo que estudie porque si no lo hace será el hazme reír o el último de la clase, o será mejor invitarle a ver el estudio como un proceso en el que aprendes todo un conjunto de cosas nuevas?
Lo mismo puede suceder con las personas que piensan en su beneficio propio o las personas que tienden en pensar en lo que sus decisiones pueden aportar a los demás. ¿Será lo mismo relacionarse con unos o con otros? ¿Podemos acercarnos de la misma manera?
¿Y que pasaría con las personas que consideran que su fuero interno es lo más importante, aunque lo que digan el resto del mundo esté totalmente en contra de lo que esta misma persona experimenta? ¿Es el placer, el reconocimiento personal o la satisfacción personal equiparable al reconocimiento de los demás?
¿Es lo mismo tratar o relacionarse con una persona que hace hincapié en los acuerdos, en las concordancias, en lo que une que con una persona que está al acecho de las diferencias, de las imperfecciones, de lo que divide o de lo que falta?
Es importante tener en cuenta al otro, su forma de pensar y de vivir si queremos ser positivos y sacarle provecho a la vida y la riqueza que hay dentro de las personas, a lo que puedan aportarnos. Conocernos y conocer a los demás...., una manera de participar en el nuego de la vida de una forma mucho más efectiva.
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